La ruta continuaba por la 2ª planta. El profesor Jose María y el Dr. Marcos iban enfrascados en una apasionante conversación. Eran dos auténticos magos hablando de la magia de la Ingeniería Genética.
Jose María parecía sorprenderse bastante de los proyectos que se estaban llevando a cabo en los Laboratorios Rupert. Miraba con cara de fascinación al Dr. Marcos. Le entusiasmaba ver como aquel científico podía tener unas ideas tan claras sobre algunos temas un poco turbios.
- Permítame que le pregunte Jose María, ¿qué opina usted de la interacción y la inserción de genes en algunas especies animales? -
- Bueno... la verdad es que es un tema un poco complicado,y que se mueve en aguas un tanto revueltas diría yo -
- Pero olvídese de los protocolos y las leyes morales y éticas que puedes regir estos temas. Imagínese que tuviera carta blanca para poder hacer cuanto le viniera en gana. Sin ninguna restricción, ni de conocimientos y ni de leyes - estos temas que sacaba el Dr. Marcos le entusiasmaban mucho a Jose María. Eso de poder compartir con un homólogo en cuanto a conocimientos sus ideas e inquietudes, le hacían excitarse por momentos. Como cuando hablas con los amigos de lo que harías si te tocara un buen premio de la lotería.
- Eso sería fascinante... aunque fuera a nivel experimental, sin llegar a sacar nada al mercado.... joee que sii.... sería un auténtico lujo el poder introducir algunos genes en ciertas especies animales.... si es que me emociono por momentos - dijo Jose María mirando fijamente a los ojos de su acompañante.
El profesor y el doctor siguieron caminando a un paso bastante lento, por el pasillo de la 2ª planta, hasta llegar al descansillo donde estaban las escaleras de acceso. El Dr. Marcos hizo un gesto con la mano señalando las escaleras que subían.
- Vamos a subir a la 4ª planta.... pero siga, siga contándome Jose María -
- Pues eso que le venía diciendo.... sería super interesante producir alguna mutación de origen físico o quizás químico en algún animal.... y bueno.... ver como responde a las mutaciones, hacerle algún experimento y pruebas.... pero eso si.... siempre en ambientes controlados - Jose María no paraba de hablar. Estaba soñando con los ojos abiertos. Fantaseaba con tener esa total libertad de movimientos.
- Veo que usted piensa muy parecido a mi señor Jose María.... tiene inquietudes.... veo en usted una chispa.... una curiosidad que me gusta.... así que si me lo permite... ...... ..... voy a enseñarle algo - finalizó el Dr. Marcos mientras terminaban de llegar a la 4ª planta.
- Me parece que hemos perdidos a mis alumnos - comentó sorprendido Jose María al ver que el pequeño grupo de estudiantes no seguía sus pasos.
Se dio la vuelta rápidamente cuando estaba llegando a la 4ª planta para bajar a buscarlos. Pero en ese momento el Dr. Marcos estiró su mano y cogió por el brazo a Jose María.
- No se preocupes Jose María. Confío en sus alumnos.... seguramente estén dando una vuelta por la 2ª planta...... y si lo que le preocupa es que puedan marcharse para casa.... eso no pasará. Pues están cerradas las puertas, jajjajaa - dijo el Dr. Marcos mientras amablemente tiraba del brazo de Jose María para indicarle que continuaran su ruta.
- Me parece que hemos perdidos a mis alumnos - comentó sorprendido Jose María al ver que el pequeño grupo de estudiantes no seguía sus pasos.
Se dio la vuelta rápidamente cuando estaba llegando a la 4ª planta para bajar a buscarlos. Pero en ese momento el Dr. Marcos estiró su mano y cogió por el brazo a Jose María.
- No se preocupes Jose María. Confío en sus alumnos.... seguramente estén dando una vuelta por la 2ª planta...... y si lo que le preocupa es que puedan marcharse para casa.... eso no pasará. Pues están cerradas las puertas, jajjajaa - dijo el Dr. Marcos mientras amablemente tiraba del brazo de Jose María para indicarle que continuaran su ruta.
*****
Mientras, los otros 4 alumnos restantes seguían su paseo por los pasillos de la 2ª planta. Iban también enfrascados en diversas conversaciones. Por un lado estaban Carmen y Javier. Los dos iban hablando íntimamente sobre su relación. Sobre el bajón que estaban sufriendo como pareja. Los dos estaban tan metidos en la conversación que no se dieron cuenta de que el profesor y el doctor habían subido a la 4ª planta. A su lado iban caminando Santi y Paula. Ella hablaba de vez en cuando con Santi, aunque no paraba de sorprenderse con el material que tenían en los laboratorios. Los 4 compañeros se habían tomado la visita como un paseo por la playa. A paso lento, disfrutando de la compañía, mirando al horizonte. Aunque en este caso el horizonte no era un mar azul que se pierde en la lejanía. Eran puertas blancas con letreros y grandes cristaleras que estaban cerradas por persianas de láminas.
- Pues ya ves tío.... los listos de clase ya se han pirado para casa - soltó Carmen rompiendo el ambiente íntimo que habían creado ella y Javier.
Los tres acompañantes de Carmen se giraron para verificar que efectivamente, llevaban un rato caminando ellos solos. Sus dos amigos, Fran y Tomás habían desaparecido por momentos.
- Pero es que no sólo han desaparecido el tontela de Fran y Tomás.... ¿es qué donde se han metido el profesor y el Doctor de la barbita? - el comentario de Santi les pillo un poco desprevenidos. Empezaron a mirarse unos a otros, esperando que uno de ellos contestara a la pregunta y resolviera definitivamente el enigma. Pero nadie respondía.
- ¿Y qué hacemos ahora? - preguntó Paula a la vez que se colocaba sus gafas de pasta con el dedo índice de su mano derecha.
En un momento de silencio se empezó a escuchar un ruido de voces en la lejanía. Todos afinaron sus oídos esperando poder distinguir la dirección de las voces. Pero era prácticamente imposible. El edificio era demasiado grande y tenía tantos pasillos que era una tarea inútil.
Pasados unos segundos, las voces eran acompañadas de pequeños golpes, como si cayeran objetos al suelo. El sonido aumentaba su intensidad a medida que pasaban los segundos. Los alumnos se miraban unos a otros. Primero con cara de la más absoluta tranquilidad, como si aquellos ruidos no fueran con ellos. Pero a medida que la "música" se hacía más fuerte, se miraban de otra manera.
- ¿Qué cojones son esos ruidos? - preguntó Javier cogiendo de la mano a Carmen.
- No se.... suena como si alguien estuviera corriendo por los pasillos.... el caso es que esas voces me suenan - contestó Santi.
Cuando el sonido de la peculiar "música" estaba ya casi encima de ellos se paró el tiempo. Y pasados 2 segundos todo parecía ir a cámara lenta. Esa sensación que te produce cuando estás muy borracho o acabas de tener un golpe fuerte en la cabeza. Eres como una cámara ajena a la acción que se esta rodando en ese plató.
Las puertas que tenían justo a las espaldas se abrieron con un sonido atronador, golpeando fuertemente las paredes. De su interior aparecieron en esta extraña cámara lenta Fran y Tomás. Los dos amigos movían agitadamente los brazos para no perder el equilibrio. Tomás llevaba la delantera a Fran, que este último iba dando pequeños saltos producidos por su tobillo inflamado. Sus caras mostraban un auténtico pavor, miedo e incluso locura.
- Uuuhaaaaaa!!!!!!...... corredddd!!!!!..... - fue lo único medio inteligible que salió de la boca de Fran mientras se aproximaba peligrosamente a sus amigos.
Justo detrás de ellos se escuchaban el sonido de objetos caer al suelo, cristales romperse en mil pedazos. Y pasados unos segundos aparecieron los responsables de tan extraña orquesta diabólica. Una manada de unos 15 conejos mutantes del tamaño de un perro mediano hicieron su aparición en escena. Sus pelajes diferían en colores de unos a otros. Había algunos de color negro, otros compartían este color con el blanco en mayor o menor medida, y tres de ellos eran de un blanco absoluto. Lo que si tenían en común todos los conejos mutantes era esa falta de pelo en bastante lugares de sus espaldas, la boca les había aumentado de tamaño considerablemente, mostrando una fila de dientes peligrosamente afilados y dos buenos colmillos. Las garras de sus patas también eran más grandes y estaban más afiladas. A su paso iban dejando marcas de rayas en el suelo.
- Vamos joderrr!!!! ...... no os quedéis paradoss!!!!! - dijo Fran cuando pasaba justo entre los 4 amigos a una velocidad endiablada.
Sus amigos tras salir del lapsus inicial producido por esa secuencia lenta y nueva de acontecimientos. Empezaron a correr por los pasillos. Javier en un movimiento reflejo cogió de la mano a Carmen y la impulso a uno de los despachos que había en la parte derecha. Tuvieron la suerte de que esa puerta no estaba cerrada. Así que tras entrar prácticamente volando, Javier se dio rápidamente la vuelta en el suelo y pegó una patada a la puerta que se cerro con un fuerte golpe.
Los otros 4 compañeros corrían por el pasillo. Era una carrera alocada. A medida que avanzaban y tenían que torcer por algún pasillo, podían comprobar como sus zapatillas resbalaban en el pulido y brillante suelo. Parecía como una carrera de autos locos, donde los malos como siempre, vienen detrás y acercándose.
La manada endiablada de conejos mutantes iba ganando terreno. A su paso por uno de los pasillos tiraron un surtidor de agua que reventó cuando impactó contra el suelo, derramando una capa de agua que hizo que algunos conejos mutantes patinaran y se perdieran en uno de los despachos.
- No quiero morirr!!!!.... mamááá!!!! - gritaba Santi mientras bamboleaba sus carnes en la frenética carrera. De su frente empezaban a caer de manera constante grandes gotas de sudor. Poco a poco sus amigos le iban sacando más distancia. "Joder que me van a coger y me van a matar".
- Esperarme hijos de putaaa!!!! -
Los cazadores iban ganando terreno a sus presas. El miedo empezaba a alcanzar cotas nunca vistas en ellos. El sonido que producían los conejos a sus espaldas. Esa masa conjunta de arañazos contra el suelo, gruñidos estridentes y objetos que se caían, les hacía no poder parar de correr.
- Tenemos que meternos en algún sitio o nos van a alcanzar!!! - gritó Tomás bien alto para que Paula que estaba un poco separada de ellos pudiera escucharles. Su melena castaña ondeaba al viento como una bandera de un barco un día en que la mar está brava.
En ese preciso momento vislumbraron una puerta abierta de una habitación. En la placa que había en la parte superior de la puerta se podía leer "sala de reuniones". Fran sabía que no podría correr mucho más con el tobillo en esa situación. El dolor era insoportable y el chute de adrenalina pronto remitiría.
- Vengaa.... metámonos por esa puertaa... - dijo Tomás mientras agarraba de la muñeca a Paula que parecía que había perdido todo conocimiento y corría sin ningún orden ni concierto.
Los amigos entraron corriendo en la pequeña sala de reuniones. La habitación estaba iluminada por unas ventanas que permanecían a medio abrir. En su interior había una gran pizarra que colgaba de una de las paredes, y justo en el medio de la sala se destacaba una mesa maciza en la que orbitaban a su alrededor unas sillas de metal y cuero negro.
Tras entrar con el corazón en la boca y la respiración super agitada. Fran se dio rápidamente la vuelta y cerro la puerta con un rápido movimiento. En ese momento se produjo un fuerte golpe en la puerta de madera. Fue un golpe de algo pesado.
- Dejarme entrar joderr!!!!.... que ya vienen!!!!!...... ...... ahhhhh..... ahhhhh..... hijos de putaaa!!!! - las voces de Santi al otro lado de la puerta eran la máxima expresión del sufrimiento de una persona. Los gritos de Santi eran acompañados de gruñidos rabiosos, dentelladas y el sonido incesante de unas garras rasgando y desmembrando la carne.
Fran y Tomás estaban apoyados en la puerta para evitar que entraran. Podían sentir como el cuerpo de Santi golpeaba la puerta mientras los conejos mutantes le zarandeaban en una brutal carnicería. Tomás no paraba de llorar mientras empujaba con todas sus fuerzas la puerta. Su amigo Fran estaba apoyado de espaldas y sentado en el suelo. La pobre Paula había desaparecido del campo de visión de Fran para meterse debajo de la mesa de reuniones y hacerse un ovillo en el suelo, con la cara impregnada de lágrimas.
Pasados unos momentos, los golpeteos de la puerta fueron remitiendo en intensidad. Poco a poco iban cesando hasta que dejaron de escucharse. Los conejos mutantes permanecieron poco tiempo detrás de la puerta. Podía escucharse como se marchaban corriendo en busca de otra presa.
Del suelo empezaba a fluir un líquido viscoso que se colaba por debajo de la puerta. Era la sangre de Santi...
- Pues ya ves tío.... los listos de clase ya se han pirado para casa - soltó Carmen rompiendo el ambiente íntimo que habían creado ella y Javier.
Los tres acompañantes de Carmen se giraron para verificar que efectivamente, llevaban un rato caminando ellos solos. Sus dos amigos, Fran y Tomás habían desaparecido por momentos.
- Pero es que no sólo han desaparecido el tontela de Fran y Tomás.... ¿es qué donde se han metido el profesor y el Doctor de la barbita? - el comentario de Santi les pillo un poco desprevenidos. Empezaron a mirarse unos a otros, esperando que uno de ellos contestara a la pregunta y resolviera definitivamente el enigma. Pero nadie respondía.
- ¿Y qué hacemos ahora? - preguntó Paula a la vez que se colocaba sus gafas de pasta con el dedo índice de su mano derecha.
En un momento de silencio se empezó a escuchar un ruido de voces en la lejanía. Todos afinaron sus oídos esperando poder distinguir la dirección de las voces. Pero era prácticamente imposible. El edificio era demasiado grande y tenía tantos pasillos que era una tarea inútil.
Pasados unos segundos, las voces eran acompañadas de pequeños golpes, como si cayeran objetos al suelo. El sonido aumentaba su intensidad a medida que pasaban los segundos. Los alumnos se miraban unos a otros. Primero con cara de la más absoluta tranquilidad, como si aquellos ruidos no fueran con ellos. Pero a medida que la "música" se hacía más fuerte, se miraban de otra manera.
- ¿Qué cojones son esos ruidos? - preguntó Javier cogiendo de la mano a Carmen.
- No se.... suena como si alguien estuviera corriendo por los pasillos.... el caso es que esas voces me suenan - contestó Santi.
Cuando el sonido de la peculiar "música" estaba ya casi encima de ellos se paró el tiempo. Y pasados 2 segundos todo parecía ir a cámara lenta. Esa sensación que te produce cuando estás muy borracho o acabas de tener un golpe fuerte en la cabeza. Eres como una cámara ajena a la acción que se esta rodando en ese plató.
Las puertas que tenían justo a las espaldas se abrieron con un sonido atronador, golpeando fuertemente las paredes. De su interior aparecieron en esta extraña cámara lenta Fran y Tomás. Los dos amigos movían agitadamente los brazos para no perder el equilibrio. Tomás llevaba la delantera a Fran, que este último iba dando pequeños saltos producidos por su tobillo inflamado. Sus caras mostraban un auténtico pavor, miedo e incluso locura.
- Uuuhaaaaaa!!!!!!...... corredddd!!!!!..... - fue lo único medio inteligible que salió de la boca de Fran mientras se aproximaba peligrosamente a sus amigos.
Justo detrás de ellos se escuchaban el sonido de objetos caer al suelo, cristales romperse en mil pedazos. Y pasados unos segundos aparecieron los responsables de tan extraña orquesta diabólica. Una manada de unos 15 conejos mutantes del tamaño de un perro mediano hicieron su aparición en escena. Sus pelajes diferían en colores de unos a otros. Había algunos de color negro, otros compartían este color con el blanco en mayor o menor medida, y tres de ellos eran de un blanco absoluto. Lo que si tenían en común todos los conejos mutantes era esa falta de pelo en bastante lugares de sus espaldas, la boca les había aumentado de tamaño considerablemente, mostrando una fila de dientes peligrosamente afilados y dos buenos colmillos. Las garras de sus patas también eran más grandes y estaban más afiladas. A su paso iban dejando marcas de rayas en el suelo.
- Vamos joderrr!!!! ...... no os quedéis paradoss!!!!! - dijo Fran cuando pasaba justo entre los 4 amigos a una velocidad endiablada.
Sus amigos tras salir del lapsus inicial producido por esa secuencia lenta y nueva de acontecimientos. Empezaron a correr por los pasillos. Javier en un movimiento reflejo cogió de la mano a Carmen y la impulso a uno de los despachos que había en la parte derecha. Tuvieron la suerte de que esa puerta no estaba cerrada. Así que tras entrar prácticamente volando, Javier se dio rápidamente la vuelta en el suelo y pegó una patada a la puerta que se cerro con un fuerte golpe.
Los otros 4 compañeros corrían por el pasillo. Era una carrera alocada. A medida que avanzaban y tenían que torcer por algún pasillo, podían comprobar como sus zapatillas resbalaban en el pulido y brillante suelo. Parecía como una carrera de autos locos, donde los malos como siempre, vienen detrás y acercándose.
La manada endiablada de conejos mutantes iba ganando terreno. A su paso por uno de los pasillos tiraron un surtidor de agua que reventó cuando impactó contra el suelo, derramando una capa de agua que hizo que algunos conejos mutantes patinaran y se perdieran en uno de los despachos.
- No quiero morirr!!!!.... mamááá!!!! - gritaba Santi mientras bamboleaba sus carnes en la frenética carrera. De su frente empezaban a caer de manera constante grandes gotas de sudor. Poco a poco sus amigos le iban sacando más distancia. "Joder que me van a coger y me van a matar".
- Esperarme hijos de putaaa!!!! -
Los cazadores iban ganando terreno a sus presas. El miedo empezaba a alcanzar cotas nunca vistas en ellos. El sonido que producían los conejos a sus espaldas. Esa masa conjunta de arañazos contra el suelo, gruñidos estridentes y objetos que se caían, les hacía no poder parar de correr.
- Tenemos que meternos en algún sitio o nos van a alcanzar!!! - gritó Tomás bien alto para que Paula que estaba un poco separada de ellos pudiera escucharles. Su melena castaña ondeaba al viento como una bandera de un barco un día en que la mar está brava.
En ese preciso momento vislumbraron una puerta abierta de una habitación. En la placa que había en la parte superior de la puerta se podía leer "sala de reuniones". Fran sabía que no podría correr mucho más con el tobillo en esa situación. El dolor era insoportable y el chute de adrenalina pronto remitiría.
- Vengaa.... metámonos por esa puertaa... - dijo Tomás mientras agarraba de la muñeca a Paula que parecía que había perdido todo conocimiento y corría sin ningún orden ni concierto.
Los amigos entraron corriendo en la pequeña sala de reuniones. La habitación estaba iluminada por unas ventanas que permanecían a medio abrir. En su interior había una gran pizarra que colgaba de una de las paredes, y justo en el medio de la sala se destacaba una mesa maciza en la que orbitaban a su alrededor unas sillas de metal y cuero negro.
Tras entrar con el corazón en la boca y la respiración super agitada. Fran se dio rápidamente la vuelta y cerro la puerta con un rápido movimiento. En ese momento se produjo un fuerte golpe en la puerta de madera. Fue un golpe de algo pesado.
- Dejarme entrar joderr!!!!.... que ya vienen!!!!!...... ...... ahhhhh..... ahhhhh..... hijos de putaaa!!!! - las voces de Santi al otro lado de la puerta eran la máxima expresión del sufrimiento de una persona. Los gritos de Santi eran acompañados de gruñidos rabiosos, dentelladas y el sonido incesante de unas garras rasgando y desmembrando la carne.
Fran y Tomás estaban apoyados en la puerta para evitar que entraran. Podían sentir como el cuerpo de Santi golpeaba la puerta mientras los conejos mutantes le zarandeaban en una brutal carnicería. Tomás no paraba de llorar mientras empujaba con todas sus fuerzas la puerta. Su amigo Fran estaba apoyado de espaldas y sentado en el suelo. La pobre Paula había desaparecido del campo de visión de Fran para meterse debajo de la mesa de reuniones y hacerse un ovillo en el suelo, con la cara impregnada de lágrimas.
Pasados unos momentos, los golpeteos de la puerta fueron remitiendo en intensidad. Poco a poco iban cesando hasta que dejaron de escucharse. Los conejos mutantes permanecieron poco tiempo detrás de la puerta. Podía escucharse como se marchaban corriendo en busca de otra presa.
Del suelo empezaba a fluir un líquido viscoso que se colaba por debajo de la puerta. Era la sangre de Santi...
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