El sonido del pasillo del sótano hizo poner en alerta todos los sentidos que poseía. Sus grandes ojos parpadearon un par de veces, dejando gotear un fluido viscos que fue a acompañar al charco que estaba en el suelo. "Que ha sido ese sonido... espera... no te excites... es preferible pasar desapercibido..." Los pensamiento de "la cosa" retumbaban en su cabeza. Oscilaban a una velocidad vertiginosa, nunca antes había podido pensar así de rápido. "Joder.... pobre hombre... no era mi intención destrozarlo pero es que no puedo resistir mis instintos... es culpa suya... yo no le hice nada... él me provocó". Mientras "la cosa" pensaba todo esto, se encaminaba lentamente por el pasillo del sótano. Sus pasos no resultaban del todo sincronizados, y en alguna ocasión sentía un pequeño dolor en las garras de las potentes patas. "Me siento fuerte... joder que si... ...esto es increíble... ....pero noto que aun me cuesta andar". Siguió caminando por el pasillo hasta llegar a las escaleras de acceso de la planta baja. Antes sólo había bajado escaleras. Tocaba la prueba de subirlas con ese nuevo cuerpo, esas garras que eran a la vez mortales y a la vez un pequeño estorbo. Pero en estos momentos las cosas mortales no sobraban. "Tengo hambre... dioss... no consigo sacarme esa sensación de la cabeza... no es hambre... ...si... ....no... ... es sed de sangre".
En lo que "la cosa" pensaba que le iba a costar más subir las escaleras, dio dos saltos y empezó a ascender por los escalones a una velocidad asombrosa. A su paso iba dejando la marca de sus grandes garras en el metal de las escaleras. Eran unas escaleras resistentes, pero no estaban preparadas para tanto odio.
********
- Roberto esto es un desastre... nose que es lo que está pasando - empezó a decir Soraya mientras rompía en llanto.
En lo que "la cosa" pensaba que le iba a costar más subir las escaleras, dio dos saltos y empezó a ascender por los escalones a una velocidad asombrosa. A su paso iba dejando la marca de sus grandes garras en el metal de las escaleras. Eran unas escaleras resistentes, pero no estaban preparadas para tanto odio.
********
- Roberto esto es un desastre... nose que es lo que está pasando - empezó a decir Soraya mientras rompía en llanto.
- Venga, venga... no es para ponerse así, vos tenés que pensar que el doctor estará en alguno de los laboratorios. Ya sabés lo que le gusta laburar hasta tarde - las palabras de consolación de Roberto parecía que no surtían mucho efecto en Soraya.
- Joder tío... - dijo Soraya con la cara bañada en lágrimas. Lágrimas que bordeaban las marcas de sangre reseca en su descenso por la tersa piel de Soraya. - tenemos que encontrar al Dr. sea como sea. Imagínate que le ha pasado algo, sniff... snifff... .... no me lo podría perdonar por nada del mundo - el llanto de la Dra. empezaba a remitir dejando que sus palabras fueran más inteligibles poco a poco.
- Creo que deberíamos llamar a la pasma ¿qué te parece Sorayita? - preguntó Roberto.
- Creo que deberíamos llamar a la pasma ¿qué te parece Sorayita? - preguntó Roberto.
- Nose Roberto. ¿ Y que le vamos a contar?... que una máquina de escribir voladora me ha atacado... ...yo creo que mejor buscamos por nuestra cuenta - finalizó Soraya dejando el extintor en el suelo.
Los Doctores salieron al unísono del pequeño y medio destrozado despacho del Dr. Marcos. Se dirigieron por el largo pasillo de la 4ª planta. En la mente de Soraya pasaban preguntas de un lado a otro. Buscando respuestas en una maraña de palabras sin sentido. En un caldo oscuro. ¿Dónde estaba el Dr.? ... ¿Qué habían sido esos gruñidos?... y la pregunta que encabezaba la carrera de todo ese tinglado... ¿quién había tirado una máquina de escribir contra ella?.... Todas estas preguntas daban vueltas como un tío vivo que parecía no tener ninguna intención de detenerse.
- ¿Y no queda nadie en el edificio?... se que es tarde, pero normalmente alguien suele quedar ¿no Sorayita? - las preguntas de Roberto no se sabía si iban encaminadas a preguntar algo o en cambio era para sacar tema de conversación a la Dra., y distraerla por un rato.
- Joder Roberto. No me gusta que me llames Sorayita. Nose las veces que te lo habré dicho..... ..... ahora que lo dices. No es plan de recorrernos todo el edificio en busca de algún compañero. Pero el que seguro que si está es Chema el de mantenimiento - contestó la Dra. Soraya a medida que avanzaban por el pasillo de la 4ª planta en dirección a las escaleras de acceso.
- ¿Qué Chema?... el viejo borrachillo que va siempre con ese traje azul oscuro y una cerveza en la mano... ....menudo personaje - la voz de Roberto terminó con un resoplido y seguidamente se mordió el labio inferior.
Mientras mantenían la conversación llegaron al descansillo. Donde están las escaleras de acceso y el ascensor.
- ¿Escaleras o ascensor? - preguntó animadamente Roberto.
- ¿Me tomas el pelo?.... esta claro que escaleras - contestó Soraya mientras se encaminaba hacia los primeros escalones.
Pinn!!! sonó el ascensor que acababa de detenerse en la 4ª planta.
- Tarde Sorayita... yo estando aquí el ascensor no pienso bajar escaleras, jajajjaa - las carcajadas de Roberto hicieron eco en el hueco de las escaleras.
- Venga vamos, por donde tú quieras pesao - la voz de Soraya sonaba medio divertida.
Tras pasar unos segundos después del pitido del ascensor, comenzaron a abrirse las puertas lateralmente y los Doctores entraron.
Unos minutos más tarde se volvía a escuchar el Pinn!!! del ascensor llegando al sótano. Las puertas se abrieron lentamente, y del interior del ascensor salió una ráfaga de luz que iluminaba la oscuridad del sótano.
- ¿Esta es la cueva del Chemita? ... viendo su carácter... no es para menos - Roberto hablaba mientras salia a la vez que Soraya del ascensor.
Las puertas se cerraron a su espalda. Y el último suspiro de luz desapareció.
- Ten cuidado donde pisas. A saber que nos podemos encontrar aquí - advirtió Roberto mientras emprendían su marcha a través de la oscuridad del sótano.
- La verdad es que este sitio está super descuidado... fijate... la mayoría de las tuberías tienen goteras... y joder... si es que faltan la mitad de los fluorescentes. Yo.... ..... no podría vivir aquí - las quejas de Soraya se perdían por el fondo de la galería, yendo a parar a la penumbra.
Avanzados unos metros, los Doctores caminaban lentamente mirando de un lado a otro. Roberto no paraba de señalar los desperfectos que se encontraba con su distraída vista. Cada desperfecto que señalaba era acompañado de un puff..., y de un pensamiento "joder vaya mierda de cueva que se gastan por aquí a bajo, menos mal que yo tengo mi querido despacho, hay españoles que nunca los entenderé".
- Chema chema chemitaa!!!.... abueleteee!!!.... ¿ya estás durmiendo la cogorza en alguna esquina? - el tarareo de Roberto producía un eco rítmico en las paredes de la galería.
- Dioss Roberto... .... siempre tienes que estar con tus tonterías... ...lo mejor es que muestres un poco de respeto por los demás. Y más por este hombre, que es capaz de cualquier cosa como te escuche - los regaños de Soraya parecía que entraban por un oído de Roberto y salían por el otro.
- Alaaa... ... si tengo una gran cerveza en mi mano!!!! .... ¿Chemita no te apetece venir a tomártela? - las burlas de Roberto se producían a medida que avanzaban por la galería.
Cuando iban por la mitad de la galería del sótano, pudieron ver que una de las puertas estaba abierta. En su interior estaban reunidas la oscuridad, la soledad y la muerte. Pero ellos eso no lo sabían.
Se encaminaron cuidadosamente hacía la puerta abierta y el primero en entrar fue Roberto. Agudizó su vista para poder vislumbrar lo que había en su interior. Estaba demasiado oscuro para poder apreciar nada, para desvelar el pastel se necesitaría por lo menos encender una vela.
- Joder tía, nose ve un carajo... ¿Chemita, estás por aquí dormido? .... creo que lo acabo de ver durmiendo la mona - dijo Roberto mientras se encamina a una parte oscura de la habitación, donde parecía distinguirse a Chema.
Roberto desde su posición vio el brazo de Chema tumbado en el suelo. Él sin pensarlo dos veces se dirigió hacía él pensando que Chema estaba durmiendo en el suelo.
Cuando estaba a la altura del brazo se agachó para intentar despertar a Chema en la casi completa oscuridad.
- Dioossss joderrr.... ..... esto es un putoo brazooo!!!! ..... pero .... pero .... joder ... joder... que ascooo!!!! - las palabras de Roberto hicieron que la Dra. Soraya mirara rápidamente hacia donde estaba Roberto. Para su sorpresa, el Dr. tenía sujeta de su mano un brazo. Como cuando un pescador expone la mejor captura de la tarde pendiente de un sedal, con una gran sonrisa en su cara. Pero la cara de Roberto no dibujaba la más mínima sonrisa. Su boca estaba tan abierta como las últimas bocanadas que dio el pez cuando lo sacaron del agua.
Roberto en un rápido movimiento tiró el brazo de Chema contra una de las paredes y sin pensarlo dos veces salió corriendo, con tan mala suerte que fue a tropezar con la pierna de Chema que estaba por allí tirada. En la caída por su mente pasaban pensamiento "que ostia me voy a meter contra el suelo". Pero no, su caída fue amortiguada por el tórax abierto de Chema. Su cara se incrusto en todo lo que parecía ser un fluido viscoso, cálido y con un olor que se metía por la nariz y se quedaba estacionado en los pulmones.
Soraya empezó a ponerse muy nerviosa. Sus ojos no llegaba a contemplar muy bien toda la escena. La habitación estaba demasiado oscura para poder ver con claridad que es lo que estaba pasado.
- Roberto!!! ..... joder tío.... ¿qué narices está pasando? ..... ¿qué es eso de un brazo? - las preguntas de Soraya llevaban el ritmo de una metralleta en plena Segunda Guerra Mundial.
Mientras hacía uso de la batería de pregunta empezó a tantear por las paredes próximas al marco de la puerta, hasta que dio con un interruptor, un interruptor que era posible que no funcionara.
Clip!!!
La luz se hizo. Ante ella se abría una de las visiones más devastadoras que se podía imaginar. La habitación había pasado de ser un cubículo con unas baldas en las paredes de piedra, a ser un auténtico matadero.
Los pedazos de Chema estaban repartidos por todas partes. Había un gran charco de sangre que era acompañado en su exterior por sucesivas gotas y pequeños pedazos de carne. Las piernas de Chema estaban colocadas al boleo por el suelo. Una de ellas era incluso más larga que la otra pierna. Justo encima del charco de sangre estaba el cuerpo de Chema, y tirando encima del cuerpo de Chema estaba Roberto. La cabeza de Roberto desaparecía en el interior de Chema. Como cual zombie hambriento devora a su presa.
En un acto reflejo y sin pensarlo dos veces. Soraya se abalanzó sobre Roberto y lo cogió por su mano. Dio un tirón fuerte de él y lo saco del interior de Chema. La cara de Roberto estaba cubierta de sangre por todos lados. Estaba completamente empapada en sangre y pequeños pedazo de carne.
Roberto se llevó su otra mano a la cara y se limpió los ojos para poder ver que es lo que estaba pasando. Casi era mejor que se hubiera quedado con los ojos cerrados.
- Dioss!!!! ¿qué cojones es estoo? - el grito de Roberto le produjo un pitido en el oído a Soraya que ladeo instintivamente un poco la cabeza.
- Es... es... ... es ¿es Chema, nooo? - Soraya estaba a punto de sufrir un ataque de pánico mientras no quitaba la vista del cuerpo despedazado del pobre Chema.
- Venga... vayámonos!!!! ..... tenemos que llamar a la policia!!!! - Roberto no paraba de gritar mientras tiraba de la mano de Soraya.
Los Doctores salieron corriendo de la habitación de la galería y se encaminaron por el pasillo a una velocidad vertiginosa. Esta vez no había tiempo para esperar a que el ascensor abriera sus puerta. Así que sin pensarlo dos veces se dirigieron por las abolladas escaleras de metal.
Subieron a la planta baja. La planta que comunicaba con la salida. En esta planta había un gran hall donde se disponía de forma circular justo en el medio una mesa de recepción que ahora permanecía vacía. Colindante a esta mesa se podía encontrar diversas maquetas sobre moléculas de ADN, un cromosoma que medía más de 1 metro de altura el cual estaba custodiado por varios maceteros de plantas exóticas, y justo en frente de la mesa de recepción estaba la puerta de acceso al edificio. Estaba compuesta por una gran cristalera que dejaba pasar los rayos de sol los días que hacía bueno. Pero parece ser que ese día no era bueno.
Tras intentar abrir la puerta de acceso a la calle y salir corriendo, pudieron comprobar que ésta estaba totalmente cerrada. Desde el interior podían ver como las farolas iluminaban el asfalto de las calles y las aceras ahora vacías de estudiantes y profesores. Estaban encerrados como ratones de laboratorio.
- Veo Sorayita que hoy es nuestro día de suerte... - Roberto iba recuperando poco a poco el sentido del humor.
- Tenemos que llamar a la policía ya mismo, no podemos esperar Roberto.... Joder, que Chema está muerto y destrozado en el sótano - a la que no le había vuelto el humor era a Soraya que aun estaba sufriendo un ataque de histeria.
- En mi despacho tengo mi celular.... ..... podemos subir y llamar a la policía - empezó a decir Roberto mientras tironeaba de la mano de Soraya.
- Venga!!!! - finalizó Soraya.
Se encaminaron a pasos agigantados hacía el despacho de Roberto. Dejando atrás su única via de escape.
Cuando llegaron al despacho de Roberto, éste se dirigió corriendo a la mesa de su escritorio. De un manotazo tiró todos los papeles que tenía encima de la mesa al suelo. Se produjo una pequeña lluvia de documentos que fueron depositándose lentamente en el suelo. Pero debajo de todos los documentos apareció el móvil de Roberto.
Cogió el teléfono con manos temblorosas y empezó a marcar el número de la policía.
- Le aconsejo que no haga eso - Tras escuchar estas palabras. Soraya y Roberto se giraron rápidamente hacia la puerta del despacho. En ella se encontraron al Dr. Marcos C. que empuñaba una pistola Glock del calibre 9...
Los Doctores salieron al unísono del pequeño y medio destrozado despacho del Dr. Marcos. Se dirigieron por el largo pasillo de la 4ª planta. En la mente de Soraya pasaban preguntas de un lado a otro. Buscando respuestas en una maraña de palabras sin sentido. En un caldo oscuro. ¿Dónde estaba el Dr.? ... ¿Qué habían sido esos gruñidos?... y la pregunta que encabezaba la carrera de todo ese tinglado... ¿quién había tirado una máquina de escribir contra ella?.... Todas estas preguntas daban vueltas como un tío vivo que parecía no tener ninguna intención de detenerse.
- ¿Y no queda nadie en el edificio?... se que es tarde, pero normalmente alguien suele quedar ¿no Sorayita? - las preguntas de Roberto no se sabía si iban encaminadas a preguntar algo o en cambio era para sacar tema de conversación a la Dra., y distraerla por un rato.
- Joder Roberto. No me gusta que me llames Sorayita. Nose las veces que te lo habré dicho..... ..... ahora que lo dices. No es plan de recorrernos todo el edificio en busca de algún compañero. Pero el que seguro que si está es Chema el de mantenimiento - contestó la Dra. Soraya a medida que avanzaban por el pasillo de la 4ª planta en dirección a las escaleras de acceso.
- ¿Qué Chema?... el viejo borrachillo que va siempre con ese traje azul oscuro y una cerveza en la mano... ....menudo personaje - la voz de Roberto terminó con un resoplido y seguidamente se mordió el labio inferior.
Mientras mantenían la conversación llegaron al descansillo. Donde están las escaleras de acceso y el ascensor.
- ¿Escaleras o ascensor? - preguntó animadamente Roberto.
- ¿Me tomas el pelo?.... esta claro que escaleras - contestó Soraya mientras se encaminaba hacia los primeros escalones.
Pinn!!! sonó el ascensor que acababa de detenerse en la 4ª planta.
- Tarde Sorayita... yo estando aquí el ascensor no pienso bajar escaleras, jajajjaa - las carcajadas de Roberto hicieron eco en el hueco de las escaleras.
- Venga vamos, por donde tú quieras pesao - la voz de Soraya sonaba medio divertida.
Tras pasar unos segundos después del pitido del ascensor, comenzaron a abrirse las puertas lateralmente y los Doctores entraron.
Unos minutos más tarde se volvía a escuchar el Pinn!!! del ascensor llegando al sótano. Las puertas se abrieron lentamente, y del interior del ascensor salió una ráfaga de luz que iluminaba la oscuridad del sótano.
- ¿Esta es la cueva del Chemita? ... viendo su carácter... no es para menos - Roberto hablaba mientras salia a la vez que Soraya del ascensor.
Las puertas se cerraron a su espalda. Y el último suspiro de luz desapareció.
- Ten cuidado donde pisas. A saber que nos podemos encontrar aquí - advirtió Roberto mientras emprendían su marcha a través de la oscuridad del sótano.
- La verdad es que este sitio está super descuidado... fijate... la mayoría de las tuberías tienen goteras... y joder... si es que faltan la mitad de los fluorescentes. Yo.... ..... no podría vivir aquí - las quejas de Soraya se perdían por el fondo de la galería, yendo a parar a la penumbra.
Avanzados unos metros, los Doctores caminaban lentamente mirando de un lado a otro. Roberto no paraba de señalar los desperfectos que se encontraba con su distraída vista. Cada desperfecto que señalaba era acompañado de un puff..., y de un pensamiento "joder vaya mierda de cueva que se gastan por aquí a bajo, menos mal que yo tengo mi querido despacho, hay españoles que nunca los entenderé".
- Chema chema chemitaa!!!.... abueleteee!!!.... ¿ya estás durmiendo la cogorza en alguna esquina? - el tarareo de Roberto producía un eco rítmico en las paredes de la galería.
- Dioss Roberto... .... siempre tienes que estar con tus tonterías... ...lo mejor es que muestres un poco de respeto por los demás. Y más por este hombre, que es capaz de cualquier cosa como te escuche - los regaños de Soraya parecía que entraban por un oído de Roberto y salían por el otro.
- Alaaa... ... si tengo una gran cerveza en mi mano!!!! .... ¿Chemita no te apetece venir a tomártela? - las burlas de Roberto se producían a medida que avanzaban por la galería.
Cuando iban por la mitad de la galería del sótano, pudieron ver que una de las puertas estaba abierta. En su interior estaban reunidas la oscuridad, la soledad y la muerte. Pero ellos eso no lo sabían.
Se encaminaron cuidadosamente hacía la puerta abierta y el primero en entrar fue Roberto. Agudizó su vista para poder vislumbrar lo que había en su interior. Estaba demasiado oscuro para poder apreciar nada, para desvelar el pastel se necesitaría por lo menos encender una vela.
- Joder tía, nose ve un carajo... ¿Chemita, estás por aquí dormido? .... creo que lo acabo de ver durmiendo la mona - dijo Roberto mientras se encamina a una parte oscura de la habitación, donde parecía distinguirse a Chema.
Roberto desde su posición vio el brazo de Chema tumbado en el suelo. Él sin pensarlo dos veces se dirigió hacía él pensando que Chema estaba durmiendo en el suelo.
Cuando estaba a la altura del brazo se agachó para intentar despertar a Chema en la casi completa oscuridad.
- Dioossss joderrr.... ..... esto es un putoo brazooo!!!! ..... pero .... pero .... joder ... joder... que ascooo!!!! - las palabras de Roberto hicieron que la Dra. Soraya mirara rápidamente hacia donde estaba Roberto. Para su sorpresa, el Dr. tenía sujeta de su mano un brazo. Como cuando un pescador expone la mejor captura de la tarde pendiente de un sedal, con una gran sonrisa en su cara. Pero la cara de Roberto no dibujaba la más mínima sonrisa. Su boca estaba tan abierta como las últimas bocanadas que dio el pez cuando lo sacaron del agua.
Roberto en un rápido movimiento tiró el brazo de Chema contra una de las paredes y sin pensarlo dos veces salió corriendo, con tan mala suerte que fue a tropezar con la pierna de Chema que estaba por allí tirada. En la caída por su mente pasaban pensamiento "que ostia me voy a meter contra el suelo". Pero no, su caída fue amortiguada por el tórax abierto de Chema. Su cara se incrusto en todo lo que parecía ser un fluido viscoso, cálido y con un olor que se metía por la nariz y se quedaba estacionado en los pulmones.
Soraya empezó a ponerse muy nerviosa. Sus ojos no llegaba a contemplar muy bien toda la escena. La habitación estaba demasiado oscura para poder ver con claridad que es lo que estaba pasado.
- Roberto!!! ..... joder tío.... ¿qué narices está pasando? ..... ¿qué es eso de un brazo? - las preguntas de Soraya llevaban el ritmo de una metralleta en plena Segunda Guerra Mundial.
Mientras hacía uso de la batería de pregunta empezó a tantear por las paredes próximas al marco de la puerta, hasta que dio con un interruptor, un interruptor que era posible que no funcionara.
Clip!!!
La luz se hizo. Ante ella se abría una de las visiones más devastadoras que se podía imaginar. La habitación había pasado de ser un cubículo con unas baldas en las paredes de piedra, a ser un auténtico matadero.
Los pedazos de Chema estaban repartidos por todas partes. Había un gran charco de sangre que era acompañado en su exterior por sucesivas gotas y pequeños pedazos de carne. Las piernas de Chema estaban colocadas al boleo por el suelo. Una de ellas era incluso más larga que la otra pierna. Justo encima del charco de sangre estaba el cuerpo de Chema, y tirando encima del cuerpo de Chema estaba Roberto. La cabeza de Roberto desaparecía en el interior de Chema. Como cual zombie hambriento devora a su presa.
En un acto reflejo y sin pensarlo dos veces. Soraya se abalanzó sobre Roberto y lo cogió por su mano. Dio un tirón fuerte de él y lo saco del interior de Chema. La cara de Roberto estaba cubierta de sangre por todos lados. Estaba completamente empapada en sangre y pequeños pedazo de carne.
Roberto se llevó su otra mano a la cara y se limpió los ojos para poder ver que es lo que estaba pasando. Casi era mejor que se hubiera quedado con los ojos cerrados.
- Dioss!!!! ¿qué cojones es estoo? - el grito de Roberto le produjo un pitido en el oído a Soraya que ladeo instintivamente un poco la cabeza.
- Es... es... ... es ¿es Chema, nooo? - Soraya estaba a punto de sufrir un ataque de pánico mientras no quitaba la vista del cuerpo despedazado del pobre Chema.
- Venga... vayámonos!!!! ..... tenemos que llamar a la policia!!!! - Roberto no paraba de gritar mientras tiraba de la mano de Soraya.
Los Doctores salieron corriendo de la habitación de la galería y se encaminaron por el pasillo a una velocidad vertiginosa. Esta vez no había tiempo para esperar a que el ascensor abriera sus puerta. Así que sin pensarlo dos veces se dirigieron por las abolladas escaleras de metal.
Subieron a la planta baja. La planta que comunicaba con la salida. En esta planta había un gran hall donde se disponía de forma circular justo en el medio una mesa de recepción que ahora permanecía vacía. Colindante a esta mesa se podía encontrar diversas maquetas sobre moléculas de ADN, un cromosoma que medía más de 1 metro de altura el cual estaba custodiado por varios maceteros de plantas exóticas, y justo en frente de la mesa de recepción estaba la puerta de acceso al edificio. Estaba compuesta por una gran cristalera que dejaba pasar los rayos de sol los días que hacía bueno. Pero parece ser que ese día no era bueno.
Tras intentar abrir la puerta de acceso a la calle y salir corriendo, pudieron comprobar que ésta estaba totalmente cerrada. Desde el interior podían ver como las farolas iluminaban el asfalto de las calles y las aceras ahora vacías de estudiantes y profesores. Estaban encerrados como ratones de laboratorio.
- Veo Sorayita que hoy es nuestro día de suerte... - Roberto iba recuperando poco a poco el sentido del humor.
- Tenemos que llamar a la policía ya mismo, no podemos esperar Roberto.... Joder, que Chema está muerto y destrozado en el sótano - a la que no le había vuelto el humor era a Soraya que aun estaba sufriendo un ataque de histeria.
- En mi despacho tengo mi celular.... ..... podemos subir y llamar a la policía - empezó a decir Roberto mientras tironeaba de la mano de Soraya.
- Venga!!!! - finalizó Soraya.
Se encaminaron a pasos agigantados hacía el despacho de Roberto. Dejando atrás su única via de escape.
Cuando llegaron al despacho de Roberto, éste se dirigió corriendo a la mesa de su escritorio. De un manotazo tiró todos los papeles que tenía encima de la mesa al suelo. Se produjo una pequeña lluvia de documentos que fueron depositándose lentamente en el suelo. Pero debajo de todos los documentos apareció el móvil de Roberto.
Cogió el teléfono con manos temblorosas y empezó a marcar el número de la policía.
- Le aconsejo que no haga eso - Tras escuchar estas palabras. Soraya y Roberto se giraron rápidamente hacia la puerta del despacho. En ella se encontraron al Dr. Marcos C. que empuñaba una pistola Glock del calibre 9...
No hay comentarios:
Publicar un comentario