domingo, 3 de abril de 2022

2ª Capítulo.

- Doctora. ¿está ya todo preparado?... - preguntó el Dr. Marcos C. mientras echaba un último vistazo al monitor del ordenador.
-En principio parece que todo está en orden. Las muestras que vamos a utilizar son bastante buenas y no debería de darnos problemas - contesto la Dra. a la vez que colocaba unas muestras sobre la mesa.

El tiempo pasaba lentamente mientras los Doctores trabajaban meticulosamente en el olvidado laboratorio.
El Dr. terminaba de teclear en su computadora la fórmula exacta que debían de administrar para que todo saliera a pedir de boca. Silencio, tranquilidad... era lo que se estaba respirando en esos momentos en la 5ª planta.

- Dra. esta es la parte más complicada. Necesitamos aislar e inocular el fragmento exacto de ADN a nuestra querida muestra de D2T - comentó seriamente el Dr.
- Si el programa informático no falla, la secuencia ya esta enumerada y lista. Podemos proceder sin problemas - el comentario de la Dra. Soraya sonó tranquilo, pero en su frente empezaban a relucir las primeras gotas de sudor.

Mientras los minutos pasaban. Una compleja máquina empezaba a realizar las tareas para lo que había sido programada. El zumbido que producía era ensordecedor. Acompañado de un parpadeo incesante de luces de colores que provenía de un gran armario metalizado donde se accionaban todos los mecanismos.

Al cabo de 1 hora el proceso de inserción de genes en la molécula de ADN había terminado. Los Doctores se miraron y sonrieron con aire de tranquilidad. Parecía que un gran golpe de suerte había llamado esa mañana a sus puerta y se había colado en sus vidas.

La tormenta seguía incesante en el exterior de los Laboratorios Rupert. El atardecer estaba dejando paso a la noche. La temperatura empezaba a descender varios grados y el fuerte aire parecía que daba un respiro.

- Dra. creo que estoy hay que celebrarlo. ¿qué la parece si después de cambiarnos le invito a tomar una copa? - se veía la alegría y festividad en la cara del Dr. Marcos.
- Bueno Dr.... que ya me conozco sus copas.... pero bueno, creo que si merece la pena que lo celebremos. Quien iba a decirnos que de una manera tan sencilla íbamos a ser capaces de reemplazar al caro TBR - soltó la doctora mientras guiñaba un ojo a su cómplice.

Los doctores se retiraron cada uno a sus pequeños despachos donde contaban con una pequeñita habitación con una cama que prácticamente no entraba ni una persona, y un plato de ducha. Todo esto fue construido después de que se levantara el edificio original. Ya se sabe que los científicos trabajan hasta tarde, o incluso se pasan días sin dormir.

Pasadas unas horas la Dra. fue en busca del Dr. Marcos. Subió alegremente las escaleras de acceso de la 3ª planta que era donde se encontraba ubicado su despacho, hacía la 4ª planta que es donde estaba el despacho del Dr. Marcos C.

Tras atravesar el largo pasillo y dejar atrás las incontables puertas de otros despachos anexos, llegó a la puerta del despacho del Dr. Marcos C. 
Con un rápido giro de muñeca hizo girar el pomo de la puerta, y ésta, tras un leve chirrido se abrió.
La doctora paseó la vista por el ordenado despacho del Dr. sin llegar a verle por ninguna parte.

- Doctor??.... ¿está usted ya listo? - preguntó la Dra. con un tono tranquilo.

El silencio se hizo en la habitación pero no se produjo ningún tipo de respuesta. El único sonido que se podía escuchar era el TIC-TAC del reloj que colgaba de la pared.

- Venga... no me diga que se ha echado un ratito... - la voz de la Dra. Soraya sonaba con tono burlón, esperando que el Dr. la contestara de un momento a otro.

La Doctora dio unos decisivos pasos hacia la puerta que conducía a la pequeña habitación del Doctor. Se paro un momento en seco delante de ella y levanto la mano. Dio unos pequeños golpes al cristal de la puerta  y espero en silencio una respuesta.
En esos precisos momentos se escucho un fuerte ruido dentro de la habitación del Dr. El sonido llego hasta los oidos de la Dra. haciéndola dar un par de pasos hacia atras.

- ¿Dr?.... ¿está bien? - la voz de Soraya salía de su boca entre cortada.

Otro sonido aun mayor que el anterior volvió a surgir del interior de la habitación del Dr. No era un sonido metálico, ni del golpeteo de la ventana cuando queda abierta. Ni siquiera cuando un objeto cae al suelo y se hace mil pedazos produciendo un ruido ensordecedor. No. Era un sonido interior. Como salido del fondo de un animal que esta agonizando. Un sonido mezclado con un gorgoteo, acompañado de una fluidez difícil de describir.

En un acto de valentía la Dra. se volvió a colocar delante de la puerta del Dr. Miró fijamente al pomo de la puerta. Tomo una fuerte bocanada de aire. Y sin pensarlo dos veces en un acto de la más absoluta valentía, llevó su blanca y fina mano hacía el pomo.
Giró la muñeca despacio, como si no quisiera molestar a lo que fuera que estaba en la habitación del Dr. Marcos C. Pero cuando llevaba accionado 1/4 del recorrido del pomo. Este se detuvo en seco.
Alguien desde el interior había bloqueado la puerta con el pestillo de seguridad.

- Doctor estoy empezando a asustarme. Si esto es una broma no tiene ning... - no llego a terminar las palabras cuando la cristalera de la puerta del Dr. se rompió en mil pedazos, siendo atravesada por una vieja máquina de escribir. El pesado artilugio paso a escasos centímetros de la cabeza de la doctora yendo a parar a una de las estanterías que tenia el Dr. en su despacho.

La Doctora Soraya callo al suelo llevándose las manos a la cara. No podía creer lo que estaba pasando. No tenía sentido.
Tras notar como sus manos empezaban a humedecerse y calentarse lentamente. La Dra. las puso en su campo de visión y comprobó que las tenía manchadas de sangre. Al parecer los cristales de la puerta al reventar en mil pedazos habían producido pequeños cortes en la cara de la Dra.

En un acto reflejo, saliendo de su interior el más primitivo instinto animal. La Dra. empezó a alejarse de la puerta mientras hacía un esfuerzo por levantarse del suelo. Tras intentar ponerse de pie pudo comprobar como en sus manos también se habían producido cortes. Pero bueno... nada que no se pudiera curar con algunos puntos.

Volvió a escucharse el sonido de una bestia en el interior de la habitación del Dr. Marcos C. A lo que la Dr. Soraya no dudo un momento y salio corriendo. Abrió agitadamente la puerta del despacho del Dr. y empezó a correr por el pasillo de los laboratorio de la 4ª planta.
En un desesperando intento. Empezó a dar voces por los pasillos, intentando que algún compañero que aun quedara en el edificio pudiera escucharla.... pero nada.... no había la más mínima respuesta.
Soraya corría desesperadamente por el largo pasillo de la 4ª planta que conducía a las escaleras de acceso. En su cabeza no paraban de bullir pensamientos sobre que es lo que había pasado. ¿qué había salido mal?... ¿dónde estaba el Dr.?... ¿por qué había salido volando la máquina de escribir que tenia el Dr. en su habitación?... Todas estas pregunta daban vueltas en la cabeza de Soraya. Pero la respuesta no hacia la más mínima seña por aparecer.

Llegada a las escaleras de acceso se encamino por ellas hasta bajar a la 3ª planta donde estaba su despacho. Antes de disponerse a coger otra vez las escaleras se fijo en que una de las oficinas tenia luz.
No lo dudo un instante y fue corriendo hasta el fondo del pasillo de la 3ª planta, de donde provenía la luz.
Al llegar a la puerta comprobó que era el despacho de Roberto. Un chico peruano que llevaba trabajando en los laboratorios escaso tiempo. Pero que había encajado muy bien con sus compañeros.
Destacaba por la cicatriz que tenía en la cara. Supuestamente de una pelea en un bar de copas allí en su país. Aunque nunca solía hablar de ese tema.

- Roberto .... Roberto.... - empezó a decir Soraya antes de llegar a la puerta del despacho de Roberto.
- Síii?? ... estoy aquí dentro - se escucho una tímida voz en el interior del despacho.

Soraya apareció de repente en la puerta del despacho de Roberto, y buscó con su mirada al joven Doctor.

- Dioss!!!... menos mal que te encuentro. No te vas a creer lo que acaba de suceder en el despacho del Dr. Marcos - la voz de la Dra. Soraya sonaba desesperada.
- Soraya debes tranquilizarte. A ver.... no podés aparecer así tan asustada en mi despacho cuando me dispongo a marcharme a casa. Y menos con la cara llena de sangre - Roberto intentaba que su voz sonara burlona, pero el susto que se había metido en el cuerpo no se lo estaba poniendo nada fácil.
- Son sólo unos rasguños... ya he dejado de sangrar - dijo Soraya mientras se pasaba las manos por la cara.

Soraya dio un salto y se abrazo fuertemente a Roberto. Tras unos instantes de eterna intimidad Roberto agarro por los hombros a Soraya y la separó unos centímetros de su cuerpo.

- Vos estás loca o que pretendés?? - preguntó Roberto sin entender muy bien lo que estaba pasando.
- Roberto ... yo... Joder tío, es que nose ni por donde empezar a contarte lo que acaba de suceder. El Dr. Marcos está... está en peligro - la desesperación se hacía plausible en la voz de Soraya. Las lágrimas brotaban de forma continuada de sus dulces ojos azules.
- Pues no tenes porque preocuparte.... vamos a subir y vemos que es lo que ha pasado - dijo firmemente Roberto mientras miraba fijamente a los ojos de Soraya.
- ¿¿Y si intentas localizarlo por medio del teléfono?? - preguntó Soraya no muy confiada en subir a comprobarlo por ellos mismos.

Roberto se acerco a la gran mesa de su despacho y tras apartar uno papales apareció un teléfono inalámbrico. Lo cogió y se dispuso a marcar el número del despacho del Dr. Marcos....

- No hay señal... - dijo Roberto mientras apartaba de su cara el teléfono.
-¿Cómo que no hay señal?... ¿has marcado bien?... es el 235 - las vibraciones en la voz de Soraya empezaban a ser más que una realidad. Su ritmo cardíaco estaba empezando a alcanzar cotas insospechadas.
- Sisii... se que es el 235. Suelo hablar con el Dr. Marcos con frecuenta.... ¿qué quierés que te diga?... será por la jodida tormenta... yo que se - a la vez que hablaba Roberto soltaba el teléfono sobre los papeles de su mesa.

Tras una cegadora iluminación del despacho le siguió un ensordecedor trueno que los dejo a los dos paralizados. Se miraron fijamente el uno al otro. La cara de Soraya era la viva escena de la desesperación. De cuando el agua te está llegando al cuello y por más que intentas agarrarte a las escaleras de salida, no llegas.

- ¿Vos tenés ganas de subir a comprobar si está bien el Dr.?... ¿por qué no me cuentas que es lo que ha pasado allí arriba? - pregunto Roberto mientras sujetaba firmemente las manos de Soraya.
- Vamos a subir a la 4ª planta, pero antes vamos a pasarnos por suministros que vamos a coger unas cosas que nos van a hacer falta, y mientras te voy a ir contando lo que ha pasado - Soraya retiró las manos del suave y confortable contacto que le preducían las manos de Roberto.
- ¿Qué vamos a coger en suministros? .... vos me estás asustando - ahora era la voz de Roberto la que no sonaba tan confiada como hace unos minutos.
- Tu calla y sígueme - ordeno la Dra. Soraya....

sábado, 12 de mayo de 2012

12ª Capítulo: El final.

El ritmo cardíaco aumenta, la presión sanguínea se dispara, el sonido del latido del corazón es similar al de unos tambores a los que están machacando sin ningún reparo. 
Se han activado incondicionalmente los instintos más primitivos que llevamos escondidos, que ni siquiera sabemos que poseemos. Ya no importa si tu ropa está manchada, o si tiene algún pequeño desperfecto. ¿Y esos pelos que te gastas?... no te preocupes, aun los conservas. Si el día de mañana puedes levantar un peine con tu mano, mirarte en el espejo de tu baño y sonreír, es muy probable que seas un campeón. Pero no un campeón de esos que queda primero en una maratón, no. Serás como mucho, el que haya quedado último, pero, no te avergüences de ello. Por lo menos has terminado la carrera, y aunque no puedas levantar una copa, por lo menos podrás peinarte esos pelos de loco que te han quedado después de un día tan ajetreado.

Cuando llegaron Tomás, Paula y Carmen al hall de entrada todo parecía estar tranquilo. Las maquetas de las moléculas de ADN seguían en el mismo sitio, los maceteros parecía que nadie había decidido jugar con ellos a esparcirlos por el suelo, incluso el mostrador de la entrada daba el aspecto de ser una estatua, la que el tiempo había dejado olvidada.
Carmen seguía andando a duras penas mientras se apoyaba en los hombros de Tomás. Se encaminaron hacía la gran puerta de salida recorriendo el amplio hall. 
La luz entraba a través de los cristales y bañaba todo el interior. Su fina capa de luminosidad hacía en algunos sitios unas extrañas sombras, que producía algún que otro susto a los tres amigos.
Cuando llegaron por fin a la puerta, intentaron abrirla. Tomás empezó a zarandear el alargado pomo. Ésta, lo único que hacía era vibrar, pero no se abría. El chico empezó a ponerse nervioso y agitaba la puerta con violencia, con la desesperación de una rata que quiere salir de una trampa.

- Joder..... quiero salir de aquí!!!!..... estamos atrapadoss!!!! - gritó Tomás con cara de rabia, mientras intentaba una y otra vez abrir la gran puerta de salida.
- Dios!!!! no quiero morirr..... quiero que se acabe esta pesadilla... esto tiene que ser un sueñoo.... - las palabras de Carmen se mezclaban con su llanto.

El sol quedaba tan envidiable, lamiendo sus caras desde el exterior. A salvo de ese horrible lugar. Desde su perspectiva privilegiada a varios cientos de miles de kilómetros. Les miraba y parecía burlarse de ellos.

- Debemos llamar a la policía y escondernos, no podemos quedarnos por aquí - la voz de Paula parecía que les había iluminado.
- Es verdad, vamos a llamar a la pasma para que vengan y nos saquen de este puto lugar - 

Los tres jóvenes se encaminaron hacía el mostrados que estaba situado en el centro del gran hall. Se colocaron en el interior de la medía luna, donde solía trabajar la chica de recepción. 
Tomás sacó su móvil y realizó una llamada de desesperación a la policía. Su pulso temblaba mientras agarraba con fuerza el aparato, como si no quisiera que su única oportunidad de salir con vida de aquel infierno, se fuera al garete.

- Tomás!!! Tomáss!!!!.... ya vienen esos putos bichoss!!!! - dijo Paula mientras tiraba de la manga del chico.
- Estamos muertos!!! - fueron las únicas palabras de Carmen. Se llevó las manos a la cara dándose por vencida.

Paula y el chico se agacharon instintivamente y obligaron a Carmen hacer lo mismo. La chica se había quedado paralizada y no reaccionaba. Pero ahora, en cuclillas, estaban en principio a salvo de que los vieran los conejos mutantes

Cuatro de estos asquerosos y agresivos animales empezaban a circular por el hall. A su paso iban olisqueando las maquetas, indagaban con sus extraños hocicos en la tierra de los maceteros. En sus inspecciones por esa nueva y diáfana habitación, tiraron un gran cartel al suelo que produjo un gran estruendo. 
Los conejos mutantes se empezaban a poner nerviosos, a sus olfatos llegaba el exquisito olor de la sangre que producía la herida de Carmen. Sus movimientos eran cada vez más rápidos y se acercaban peligrosamente al mostrados de información.

- Tenemos que salir de aquí.... huelen la sangre y nos están buscando... - dijo en un tono casi inapreciable Tomás.
- Dioss... ¿y dónde nos metemos? - preguntó Paula mientras echaba un vistazo a la parte trasera del hall.

En la zona del fondo había varias puertas, dos de ellas conducían a los baños. Pero con la experiencia que habían tenido con el pobre Fran, los aseos quedaban descartados. 
Al lado de los baños se veían otras dos puertas. Una rezaba "almacén de suministros" y la otra "laboratorio de análisis clínico". 
Así que sin dudarlo se decidieron por está última puerta. Pues, lo más probable es que el almacén de suministros estuviera cerrado, aunque era sólo una corazonada.

- Vamos a la de tres.... en silencio absoluto.... .... tu Paula agarra por ese brazo a Carmen que yo la cogeré por el otro - 

Los conejos mutantes seguían haciendo su ronda de vigilancia por el gran hall, sus rutas variaban aleatoriamente, por lo que era cuestión de tiempo que acabaran encontrándolos. Y el olor a sangre no jugaba a su favor.

En un momento dado salieron bien agachados en dirección a la puerta. Sus pasos eran lentos pero silenciosos. Por sus frentes se deslizaban en caída vertical las gotas de sudor. Y una sensación de que tienes algo a tus espaldas, de que te está observando y se está preparando para devorarte, les subía por su espalda.
Cuando llevaban medio camino recorrido, Paula, sin querer golpeó un macetero. Éste, oscilo de un lado a otro. Los tres jóvenes se quedaron parados con el corazón en la boca. El pequeño tiesto no llego a volcarse, pero al recuperar su posición original, hizo el suficiente ruido como para llamar la atención de su acompañantes.
Los cuatro conejos mutantes desviaron inmediatamente la vista hacia el foco del ruido. Y allí se encontraron a tres grandes manjares que la vida les acababa de servir en bandeja de plata. Los animales no tardaron ni medio segundo en reaccionar y se dirigieron a toda velocidad hacia los chicos. A su paso iban tirando todo lo que se encontraban, los carteles caían al suelo, los maceteros tampoco tenían mejor suerte...

- Vamos, vamos, vamoosss!!!!! - dijo Tomás echando a correr hacia la puerta mientras agarraba con fuerza a Carmen.

En su mente sólo pasaba un pensamiento, "que no esté cerrada la puerta, por favor". En su alocada carrera llegaron justo en frente de la entrada de análisis clínicos. No había tiempo para probar las otras puertas, era esa o ninguna. A sus espaldas les llegaba el sonido de los objetos caer al suelo, de los gruñidos de sus captores. La histeria tomaba protagonismo en esos momentos.
Paula estiró su blanca mano hacia el pomo de la puerta. El giro que iba a realizar era como jugar a la ruleta rusa. Pero parecía que en ese disparo aun no estaba la bala que terminaría con su vida. El pomo giró y la puerta se abrió. 
Los jóvenes se lanzaron al interior del laboratorio y cerraron rápidamente la puerta a sus espaldas. Tras cerrar se escucharon el sonido de los conejos mutantes chocar contra ésta. Se había vuelto locos por el olor a sangre. Sus envestidas eran brutales, y la puerta se combaba como si fuera a romperse.



*****


Javier y Soraya corrían desesperadamente por los corredores huyendo de Colombus. Los estrechos y fríos pasillos se hacían interminables. Giraban de izquierda a derecha sin ningún orden. No recordaban cual había sido el camino por el que habían venido.
Pasado unos minutos de largo trayecto por los estrechos túneles, fueron a parar con una puerta que estaba cerrada.  Su camino no tenía salida.

- ¿Y ahora que hacemos doctora? - preguntó Javier mientras pasaba sus manos por la puerta.
- Podríamos volver sobre nuestros pasos y en vez de girar a la izquierda, tirar por el camino de la derecha.. - decía Soraya justo en el momento que se escucho un gran rugido que retumbo por todas las galerías hasta llegar a sus odios.

Sus corazones empezaron a latir con la velocidad de un despertador cuando suena por la mañana. Se sentían como pequeños ratones que han llegado a un callejón sin salida. Estrecho y con las paredes muy altas. Y por la entrada del callejón aparecer un enorme gato que sólo piensa que devorarles.

- Aparta Javier, ponte detrás de mi - 

Soraya sacó el arma que llevaba y apunto a la cerradura de la puerta. Giró la cara hacía atrás para que las posibles virutas no le saltaran a los ojos. Y disparo dos veces.

Bumm. Bumm

Después del sónido de los disparos, aun permanecía la vibración en la puerta. Soraya empujó lo que los mantenía enclaustrados y ésta se abrió.

- Venga Javier marchémonos -

La puerta daba a la oscura galería del sótano, donde muy próximo a ellos yacía el cadáver de Chema el de mantenimiento. Así que se encaminaron a toda prisa por ella, mientras a sus espaldas podía escuchar como Colombus atraído por los dos disparos, se acercaba peligrosamente.

Tras subir corriendo por las escaleras metálicas, llegaron al hall. Ante ellos se abría un gran espacio que tenía varios objetos tirados por el suelo, carteles, maquetas, tierra... todo eso era señal de que por allí andaban no muy lejos los conejos mutantes.
La Doctora Soraya en un movimiento instintivo levantó la pistola y empezó a apuntar en todas direcciones. Buscaba desesperadamente a sus posibles asesinos, sin olvidar que en cualquier momento una gran garra podría arrebatar su vida con la misma facilidad con la que una persona abre un azucarillo.

- Allí, alli - dijo Javier mientras señalaba a la parte del fondo del hall, donde cuatro conejos mutantes hacían guardia en una puerta.
- Ya los tengo - 

Soraya levantó el arma y la dirigió hacia donde estaban los cuatro animales. Empezó a andar despacio hacia ellos. Como su puntería no era muy buena, no quería malgastar la que quizás fuera su última oportunidad de salir con vida. 
Cuando estaba a escasos metros de los conejos mutantes, los cuales parecían no haberse percatado de su presencia. Empezó a disparar a discreción. 

Bumm. Bumm. Bumm. Bumm.

En ese fusilamiento que se produjo fueron alcanzados tres de los cuatro conejos. Y al que no le dieron salió corriendo en un intento de salvar su vida, ocultándose detrás de uno de los grandes maceteros que custodiaban la puerta de salida. El resto de conejos mutantes se retorcía en el suelo o permanecían inertes, como era el caso de uno de ellos. Los otros dos sangraban por sus estómagos y sacaban sus afilados colmillos, en un intento desesperado de defenderse. Pero ya era tarde, su momento había llegado. Y lo más probable era que murieran desangrados en pocos segundos.

- Joder Soraya.... eres una máquina con la pistola - soltó Javier a la vez que se acercaba a la doctora.

En el interior de la habitación, donde estaban Tomás, Paula y Carmen. Escucharon el sonido de los cuatro disparos y tras el estruendo producido. Les llegaron a sus odios la cálida voz de Javier hablando con la Doctora Soraya.

- Es Javierrr!!!!.... es mi Javierrr!!!! - dijo Carmen a la que parecía que acababan de darle un chute de adrenalina.
- Javierrr!!!! estamos aquíiiii!!!! - empezaron a gritar los tres jovenes desde el interior.

Abrieron la puerta y para su agradable sorpresa vieron a los conejos mutantes tumbados en el suelo cubiertos de un baño rojo. Levantaron la vista y vieron a escasos 12 metros a Javier y a la Doctora Soraya.

- Mi amorrr!!!! - la alegría de Carmen era más que evidente. La chica salió corriendo a duras penas hacía su novio. En su camino iba cojeando, aunque parecía que ésto no la molestaba mucho. 

Javier vio a su querida novia dirigirse hacia él. Abrió los brazos y empezaron a caerle lágrimas de sus ojos. El camino entre ellos se estrechaba, ya faltaban escasos metros para poder abrazarse. Pero cuando estaban a dos metros de distancia, el conejo mutante que aun quedaba vivo se abalanzó sobre una de las piernas de Carmen. Su potente mandíbula se clavo en su muslo, lo que provocó que la chica cayera al suelo.

- Nooooo!!!! ..... Soraya dispara al bicho ese!!!! - fueron los gritos de desesperación de Javier.

La doctora levantó el arma y apuntó al conejo mutante. Pero desde la distancia que estaba, y con su mala puntería no sabia a quien de los dos iba a alcanzar.

- No puedoo!!!.... estoy demasiado lejoss!!! - 

En un momento dado. Tomás accionado por una chispa que acababa de saltar en su cerebro. Se encaminó a toda velocidad hacia donde estaban Carmen y el brutal animal, que no paraba de morder su pierna. Cuando estaba justo delante del conejo mutante, le propinó una patada que lanzó al animal volando varios metros, terminando empotrándose contra una de las maquetas de una molécula de ADN.
Soraya giró rápidamente la pistola y disparó una vez más, alcanzando de lleno al horrible animal en su cabeza.

Bumm.

Pasado unos segundos todo parecía estar en un equilibrio armónico. Los conejos mutantes estaban esparcidos por el suelo cubiertos de su propia sangre. Las cinco personas aun conservaban la vida, aunque Carmen estuviera mal herida, sobreviviría. Atrás quedaba el recuerdo de los caídos en esa horrible pesadilla, pero en esos momentos uno mira por su vida, ya habría tiempo para llorar a los muertos, pero lo importante era salvar la vida.
Se abrazaron todos en el centro del hall, la policía llegaría de un momento a otro. Sólo quedaba esperar. Las lágrimas fluían incesantemente de sus ojos, en sus caras se reflejaba la mayor felicidad que habían sentido en su vida. Pero como bien dicen, no todo el monte es orégano.

De sus ensimismada felicidad les saco un atronador rugido que inundó toda la sala. Fue un rugido tan potente que parecía que pudiera romper los cristales de las puertas. 
Todos giraron la vista rápidamente para encontrarse con Colombus. El temido animal había seguido el sonido de los disparos y había llegado hasta el hall. En su cara se apreciaban las marcas de la pelea con Jose María.

- No, no, no y noooooo!!!! - gritaron Tomás y Carmen a la vez. 

Se dispersaron todos en un momento. Cada uno salió corriendo para un sitio diferente del hall. Tomás y Paula se metieron de nuevo en el laboratorio de análisis clínico. Javier ayudó a duras penas a Carmen a meterse detrás del mostrador de información y la Doctora Soraya corrió hacía la puerta de salida, en un intento de que la bestia la persiguiera a ella, y dejara escapar a los pobres chicos.

Colombus giró su enorme cuerpo en dirección a la Doctora, era la única que permanecía en su campo de visión. Tendría tiempo después de despedazar a sus otras presas.

Soraya levantó el arma y apretó el gatillo, pero la pistola hizo un simple clic, no salió ninguna bala en dirección al centro de la cabeza de Colombus. Se había quedado sin munición.
Dejó caer el arma al suelo mientras miraba fijamente a la bestia. Ésta, andaba lentamente hacia su presa. Sabía que no tenía escapatoria, detrás de ella estaban las puertas de cristal que la cerraban el paso.
Estaba todo escrito. Se puede salvar a la muerte una, dos o tres veces. Pero hay veces que el destino te marca un punto y final. Así que lo único que puedes hacer es aceptarlo con la cabeza bien alta.

La doctora cerró los ojos a la espera de una lenta y dolorosa muerte. En su mente pasaban pensamientos. "Que sea rápido". "Que no me duela, por favor". En el momento en que debería de notar la garra de Colombus rajando su blando y cálido cuerpo. Pudo escuchar el sonido de un bote rompiéndose en algún sitio.
Soraya abrió los ojos y vio a Tomás y Paula que se acercaban con varios frascos en la manos hacia Colombus. Le habían tirado uno de ellos que había impactado contra su cabeza.

 Plass.

Ella pensó en un momento que le había tirado ácido sulfúrico, pero tras ver el polvo oscuro que impregnaba a Colombus cambió de opinión.

- Ahora Paulaa!!! - gritó Tomás.

La chica se acercó peligrosamente a la bestia y le lanzó un bote transparente con un líquido incoloro en su interior. El recipiente impactó con la cabeza de Colombus y derramó todo su contenido mezclándose con el polvo oscuro que también bañaba al animal.
Colombus al ver que estaba siendo atacado por su espalda se giró bruscamente encarando a los dos jóvenes. Éstos, le miraron fijamente esperando que se produjera una temible explosión. Pero no pasó nada.
La bestia lanzó un temible rugido que casi destroza sus tímpanos.

- No pasa nada Paulaaa!!!!.... ¿no debería de explotar por los aires? - dijo desesperadamente Tomás.
- Tienes que dar un tiempo a la reacción!!!!.... el permanganato potásico y la glicerina tardan un rato en reaccionar.... .....apártate!!!! - 

Cuando parecía que todo estaba acabado, empezó a salir un humo denso del cuerpo de Colombus, a lo que le acompaño una gran combustión que envolvió a la bestia en llamas. Su cuerpo ardía de una manera desmesurada. En su desesperando intento por sobrevivir, el temible animal empezó a moverse sin control por todos sitios, chocándose contra el mostrador de recepción, y volcándolo.

Pasados unos momentos vieron como el animal caía detrás del mostrador. Pero al apagársele el fuego. Éste, se volvió a levantar. Tenía todo el cuerpo quemado, su piel estaba cubierta de unas ampollas que explotaban unas detrás de otras. Aunque lo peor de todo era que estaba enfadado, muy enfadado. 

En un momento dado un bote volvió a impactar contra Colombus, después otro bote más.

Plasss.... Plasss.

Esta vez si era ácido sulfúrico. Los botes eran lanzados por Javier, que había ido corriendo al laboratorio de análisis clínico con Carmen aprovechando la confusión.
El ácido empezaba a corroer la cara de Colombus, se incrustaba por su piel y formaba pequeños cráteres en todas las partes donde tocaba. Pero el sulfúrico no terminaría de matar a la bestia.

- No es suficientee!!!.... necesitamos más ácidoo!!!! - grito Javier desde la zona donde estaba la puerta de los laboratorios de análisis clínicos.
- Tengo una idea.... .... tenemos que tirarle agua encima para que haga reacción con el ácidoo!!!! - dijo Paula mientras giraba la cabeza en todas direcciones buscando algún surtidor de agua.

En la parte donde nacía el pasillo que se dirigía a las escaleras de acceso había un surtidor de agua. Los dos jóvenes se encaminaron rápidamente hacia él. Una vez que estaban delante, intentaron levantarlo. Pero el surtidor estaba lleno y pesaba demasiado. Y otro problema era el acercarse a la bestia enfurecida, llena de ácido y volcarle el agua encima. Era una tarea sumamente peligrosa.

- Dioss.... ¿qué es ésto?..... ..... otra bestia nooo!!!! - fue el grito de desesperación que dio Paula.

Ante ellos y proveniente de las escaleras de acceso aparecía otro horrible monstruo, que no era otro que Jose María. Su cabeza estaba seriamente dañada por la encarnizada pelea que había tenido con Colombus en el laboratorio secreto del Dr. Marcos. Parte de su cara le colgaba mostrando los huesos de su dentadura. Sus cuerpo estaba bañado en sangre.

Jose María miró a los jóvenes con unos ojos humanos, dentro de aquella bestia aun había un corazón con sentimientos. Los instintos asesinos parecía que retrasaban su floración.

El profesor agarró el depósito de agua con sus dos manos ensangrentadas, lo levanto sin ningún esfuerzo y se dirigió corriendo hacia donde estaba Colombus. 
Cuando estaba justo delante de la bestia, le reventó todo el surtidor en la cabeza del temible animal, derramando el agua por todos sitios.
El agua que cayó encima de Colombus empezó a reaccionar fuertemente con el ácido sulfúrico. Se empezaba a liberar una cantidad exagerada de calor, la piel de la bestia empezaba a hervir. Era como si lo estuvieran cocinando en una caldera. Los gritos del animal eran ensordecedores, eran alaridos de desesperación. 
En su alocado intento por quitarse eso de encima empezó a acercarse peligrosamente hacía donde estaba la doctora. En su camino lo iba tirando todo. 
Soraya estaba acorralada y Colombus se acercaba poco a poco. Así que Jose María se abalanzó sobre el animal cubierto de ácido. El sulfúrico entró en contacto con el profesor, pero no tenía elección si quería salvar a la chica.

- Socorrooo!!!! - grito Soraya.

Colombus cayó al suelo con Jose María encima. Éste, empezó a golpear la cabeza de la bestia contra el suelo mientras sus manos se derretían en el ácido mezclado con agua. Los golpes eran brutales, y no paraban de repetirse uno detrás de otro.
Pasado un momento, todo quedó congelado en el tiempo. Soraya próxima a la puerta de salida, Colombus inerte en el suelo, Jose María encima de la bestia con sus manos aun aplastándole la cabeza, Javier, Tomás y Paula repartidos por el gran hall contemplando la increíble escena, y Carmen metida en la sala de los laboratorios de análisis clínicos.

Pero ese silencio fue roto por un pequeño sonido.

Fsswww.

Una bala proveniente del exterior atravesó uno de los cristales de la gran puerta y fue a impactar contra la cabeza de Jose María. El pobre profesor cayo hacia un lado y quedó sin vida en el suelo. El increíble hombre había resistido las mutaciones producidas por el Dr. Marcos, y había salvado la vida de aquellas personas. Aunque su cuerpo estuviera deformado, en el fondo nunca había sido un monstruo. Su destino era morir por lo menos de una forma digna, y no ser torturado y tratado como un conejo de indias en los experimentos que seguramente harían los militares con él.

La gran cristalera de la puerta se rompió en mil pedazos. Tras la rotura de los cristales empezaron a entrar militares armados hasta los dientes con máscaras de gas. 

El grupo del ejercito cubrió rápidamente el interior del hall. Llevaban grandes metralletas y se movían con una sincronización absoluta. Se acercaron a los cinco supervivientes y les ayudaron a salir de ese infierno.
En la puerta les esperaban diversas ambulancias con las luces de emergencia encendidas. Próximas a éstas, estaban los vehículos de los militares que se repartían por todo el césped del campus. 

Parecía que la pesadilla había llegado a su fin.


domingo, 6 de mayo de 2012

11ª Capítulo.

La puerta del baño se cerró tras Fran.

- ¿Qué haces tío?.... - fue la pregunta que hizo Tomás mientras se aproximaba a la altura de los baños de caballeros.
- Dioss noo.... ahhh .... ahhhh ..... joder que dolo.... ahhh .... correrrr... .... jod.. ahh.. corr.... - fue la respuesta que dio Fran desde el interior de los baños.

Acompañando a la voz cantante de esta siniestra orquesta, no pueden faltar el dúo de instrumentos de la muerte. La canción acaba de comenzar y ya no hay forma de detenerla. Cuando ésta llegue a su final, el cantante deberá de ser reemplazado por otro. Aunque lo ideal es que está sinfonía diabólica no vuelva a ser tocada, es tarea sumamente difícil. Los músicos son grandes artífices, y encuentran rápido sustitutos. También poseen buenos instrumentos, afilados objetos con los que producir ese sonido tan característico de los dientes sesgando la carne, de los colmillos rompiendo huesos, de las garras rajando la piel...

Soraya acompañada de Javier y Carmen empezó a ponerse nerviosa. Caminaba de un lado para otro con la pistola en la mano. Sólo deseaba una cosa, sacar con vida a aquello pobres chicos, que se habían metido en una película de terror sin saberlo.

- Tomás y Paulaa!!!! - empezó a llamar Soraya desde la otra punta del pasillo. Ahora les separaban unos 15 metros, pero seguían teniendo delante la puerta de los baños de caballeros. Y en cualquier momento podía salir un conejo mutante. - Tenéis que bajar al vestíbulo de la entrada e intentar salir de aquí - dijo Soraya mientras hacia señas con las manos.
- ¿ Y vosotros donde vais? - preguntó Tomás.
- Tenemos que buscar a vuestro profesor y después salir de aquí, es muy posible que esté en peligro -

Soraya se dio la vuelta y miro directamente a Javier y a Carmen. La chica permanecía apoyada en el hombro de su novio. De su pierna había dejado de manar un torrente de sangre, aunque aun seguía manchando el pantalón. 

- Javier.... ..... Carmen tiene que ir con ellos.. -
- No no no... me niego rotundamente - fue la respuesta de Javier mientras abrazaba a su amada.
- Javi... cariño.... déjame ir con ellos.... ..... con vosotros voy a ser un estorbo - dijo Carmen mirando fijamente a los ojos del chico.

Tras intentar convencer a Javier, parecía que el chico empezaba a ceder. En su mente entendía perfectamente que si quería ir con Soraya a buscar a su profesor, iban a necesitar la mayor rapidez posible. Y una chica con un agujero de 4 cm. de diámetro en la pierna, no ponía las cosas muy fáciles.

- Está bien... pero ten mucho cuidado.... ¿vale? - la voz de Javier se rompía en mil pedazos.
- Venga Javier.... que tenemos prisa... - dijo Soraya agarrando por la muñeca a la pareja. - Carmen.... cuando yo te diga pasa al otro lado del pasillo, yo te cubriré desde aquí, por si sale algún bicho de esos - 

Carmen empezó a andar tímidamente por el pasillo, en el centro del trayecto estaba la puerta de los baños de caballeros. Los llantos y gritos de Fran se habían acallado hace unos minutos. Sus corazones ya no eran capaces de hundirse más. No les quedaban lagrimas que derramar.
En la otra parte la esperaban Paula y Tomás. El chico se acerco al punto medio, a la espera de poder ayudarla a caminar. Mientras Soraya no paraba de apuntar a la puerta de los urinarios.

Cuando llegó donde estaba Tomás se abrazaron y fueron al encuentro de Paula, a la que también abrazó. Justo en ese momento empezaron a escucharse arañazos en la puerta de los baños. Todos miraron al mismo punto, con el corazón en la boca.

- Venga joder... vayámonos de aquí - ordenó Tomás.
- Esconderos en el vestíbulo y pedir ayudar.... intentaremos llegar lo más pronto posible - fueron las últimas palabras de Soraya mientras se perdían por el pasillo.

Mientras Tomás, Paula y Carmen se encaminaron hacia el vestíbulo de la entrada, Soraya y Javier fueron hacía la 4ª planta. La doctora tenía una cierta intuición de donde podía estar el profesor Jose María. Quería subir a revisar el despacho del Dr. Marcos, seguramente allí encontraría alguna pista de donde buscar.

Según iban avanzando por los pasillos, hasta llegar a las escaleras de acceso de la parte trasera del edificio, iban hablando de lo que había pasado, de sus pobres compañeros muertos.... eran un montón de preguntas que parecían no tener respuesta.

Llegaron a la puerta del despacho del Dr. Marcos. Soraya le indicó a Javier que permaneciera en uno de los laterales de la puerta. En el interior de ese despacho podía haber cualquier cosa.

- Espera aquí Javier... .... déjame que de un primer vistazo -

La doctora con la pistola bien sujeta entre sus manos, abrió lentamente la puerta del despacho. Ésta produjo un pequeño chirridos al abrirse. En el interior parecía estar todo despejado. El suelo seguía lleno de cristales y la máquina de escribir aun estaba tumbada en el suelo. Soraya la miró y subió por su espalda un escalofrío.

- Chhh.... está todo despejado.... puedes entrar Javier - dijo la Doctora.

Javier entró en el despacho. Dio un rápido vistazo y se quedo mirando a la estantería que estaba desplazada. Soraya apoyó una mano en el mueble y otra en la pared y echo un vistazo al interior de la oscura sala.

- Creo que se donde está el doctor... y Jose María - indicó Soraya mientras miraba cuidadosamente la habitación secreta.

La pareja tras revistar la pequeña sala, se encaminó por las escaleras donde el Dr. Marcos había bajado a punta de pistola al profesor de Javier. 

Por las escaleras subía una brisa fría, procedente de las zonas bajas del laboratorio. El aire tenía un cierto olor a rancio, a sitio cerrado. Se encaminaron por las escaleras que habían dejado de ser de mármol, como las de acceso de los laboratorios, para pasar a ser de piedra. El descenso se hacían en forma de caracol, girando hacia la izquierda. Las paredes también eran de una piedra en forma de rectángulo y de un color oscuro. Aquellas escaleras llevaban construidas bastante tiempo. ¿pero quien las había construido? Era lo que pasaba por la mente de la Doctora Soraya.

El descenso era largo. Javier caminaba detrás de Soraya. La doctora calculaba que deberían de llevar bajado por lo menos 3 ó 4 pisos. ¿Dónde conducían esas escaleras?

- Javier ten mucho cuidado.... ..... una caída en estas escaleras puede ser mortal -
- ¿Es que no tienen fin? .... ¿cuánto llevamos bajado? - 
- Mira.... parece que ya llegamos al final - dijo Soraya pasando por el último escalón y pisando suelo firme.

Ante ellos se abría un pasillo estrecho y oscuro. El ambiente estaba sobrecargado y enranciado. Las paredes seguían siendo de piedra oscura, como la de un viejo castillo. Las telarañas tenían un gran tamaño, se veía que nadie había limpiado aquello en años. Al final del largo y angosto túnel, se apreciaba un atisbe de luz. Parecía el camino hacia el cielo. Aunque quedaría mejor si fuera hacía el infierno.

Se encaminaron lentamente por el pasillo. Javier continuaba detrás de Soraya, la cual llevaba bien cogida la pistola con las dos manos. Estaba lista para tener que disparar a cualquier cosa extraña que se cruzara en su camino. Llegado al final del corredor, giraron a la izquierda y después a la derecha. Parecía un pequeño laberinto de túneles oscuros y fríos. Soraya calculaba que deberían de estar en el sótano o incluyo más abajo.

Pasados unos minutos de andar por esos angostos pasillos, llegaron a una gran sala. Era una especie de habitación con techos altos, todos de la misma piedra oscura. En algunos bordes había figuras talladas de alguna época antigua. La sala estaba llena de máquinas, la mayoría estaban encendidas, sus pilotos parpadeaban intermitentemente y las agujas indicadoras registraban máximos en sus escalas. Los monitores del fondo de la sala estaban encendidos y mostraban información. En la parte izquierda de la gran sala se podía apreciar una zona separada por biombos, era como una zona improvisada y oculta a sus vistas.

- Joder.... ¿qué son todos estos aparatos? - preguntó Javier en un tono que casi ni el mismo podía escuchar.
- Esto tiene toda la pinta de ser un laboratorio clandestino..... ...... creo que es aquí donde el jodido Doctor Marcos ha fabricado esas bestias - 

El sonido zumbante de los generadores y las máquinas llenaba el ambiente. En la zona oculta creada por el biombo se escuchaban voces. Así que Javier y Soraya se aproximaban lentamente hacia allí. Iban caminando muy despacio, con el cuerpo medio encogido para hacer menos ruido. A tras iba quedando cada vez más lejana la puerta de escape por la que habían entrado.
Cuando estaban próximos a los biombos se ocultaron detrás de unas cajas de madera que había apiladas al lado de un generador. Agudizaron el oído para poder escuchar lo que estaba diciendo.

- Bueno bueno mi querido profesor.... así me gusta.... que demuestres lo amante que eres de este mundo, de la ciencia.... ..... ......te dije.... .... no no no ..... estate quietecito querido amigo.... dame dos minutos y habré terminado - las palabras del Dr. Marcos fluían sin parar. No seguían ninguna conversación lógica. Y ni  siquiera obtenían respuesta por parte de Jose María.

Soraya le hizo una seña a Javier para que esperara detrás de la caja. Ella quería sorprender al Dr. Marcos y ver que es lo que estaba pasando detrás de los biombos.
Se encaminó a paso lento pero constante con la pistola bien sujeta. De su frente relucía una capa de sudor que descendía por los laterales de sus ojos azules.
Cuando estaba próxima a los biombos, dio un salto hacía un lateral libre de éstos y encañonó a lo primero que vio.

- Quieto hijo de la gran puta!!!! ..... como se te ocurra mover un solo dedo te mato.... te lo juro - 
- Que alegría mi querida Doctora Soraya.... pues ahora mismo estaba pensado en usted.... .... siempre es un placer compartir los grandes descubrimientos con personas que aprecias - dijo el Dr. Marcos mientras señalaba a Jose María - doctora, aquí le presento mi nuevo experimento - 

Soraya giró la vista hacia donde le señalaba el Dr. Marcos. Su boca se abrió dejando escapar un pequeño susurro. No podía creer lo que sus ojos estaban viendo. En las últimas horas de su vida había visto cosas que nunca creería poder ver: animales mutantes que obedecían ordenes, como cual animal adiestrado.
Ante ella se mostraba una auténtica aberración de la naturaleza. El pobre profesor Jose María estaba sentado en una gran silla de metal. Pero aquello ya no era el simpático y amigable docente de hace unas horas. Ahora sus ropas estaba rotas por sus descomunales músculos. Su pelo había empezado a caerse y ahora mostraba extrañas manchas en la cabeza de un color rojo oscuro. La cara se le había deformado y aumentado de tamaño, uno de los pómulos era bastante más grande que el otro. Dándole un aspecto bastante asqueroso. Aquello no era humano, era una mutación de una persona, producida por los caprichos y la locura de una mente desequilibrada. El complejo sistema de mutaciones con los que trabajaba la Ingeniería Genética en la actualidad, no tenían nada que ver con lo que se estaba viviendo detrás de esos biombos.

- Jose .... Jose Maríaaa!!!! - dijo Soraya mientras daba un paso hacia el profesor.
- Yo le aconsejo que no se acerque mucho a él. Puede resultar bastante agresivo.... .....aunque como todas mis creaciones.... me obedecen fielmente - 
- Hijo de puta... voy a meterte una bala entre ceja y ceja - 

En ese preciso momento el Dr. Marcos lanzó hacia Soraya un carrito que tenía algunos aparatos electrónicos. El movimiento del doctor distrajo la atención de la doctora que instintivamente bajo las manos para detener el carro.

- Jose María mata a la Doctora Soraya - fue la orden que dio el Dr. Marcos mientras señalaba a la chica.

La bestia no se hizo esperar. Se levantó de un gran salgo de la silla metálica, donde permanecía sentado. Cuando piso el suelo se pudo sentir retumbar las paredes de la gran sala. 
Soraya levantó rápidamente su pistola y disparó a Jose María, o lo que antes había sido el profesor. La bala fue a parar a uno de los hombros de la bestia, lanzando por los aires pequeños fragmentos de carne y sangre. El monstruo dio un gran rugido y atrapo a Soraya por el cuello tumbándola contra el suelo.
El oxígeno empezaba a escasear en los pulmones de la doctora. La presión que ejercían las potentes manos de Jose María empezaban a asfixiarla.
El profesor levantó la mano que tenía libre y cerro el puño. Se estaba preparando para aplastar la cabeza de la Doctora Soraya. La pobre chica miraba fijamente a los ojos de su atacante. La baba que expulsaba por la boca Jose María empezaba a crear un buen charco en su camiseta.

- Acaba con ella - ordenó el Dr. Marcos mientras levantaba la vista para ver a Colombus, que acababa de entrar en la gran sala.

Justo en el momento en que el puño de Jose María descendía a una velocidad vertiginosa, se paró. Se detuvo a escasos 4 centímetros de la cara de la Doctora. Por la mente de la bestia pasaban imágenes y recuerdos de su infancia, de su adolescencia, de cuando conoció a su actual mujer, de su boda.... todos eran momentos felices. Parecía ser que las mutaciones sólo habían afectado a unas partes del cuerpo, pero no al cerebro. Que aun tenía unos resquicios de lucidez. No se sabe por cuanto tiempo, pues la cascada cuántica y productora de mutaciones había empezado y avanzaba sin control. 
Jose María sabía que le quedaba poco tiempo de cordura. Poco a poco se estaba convirtiendo en una bestia asesina. Era ahora o nunca.

En un momento aflojó el cuello de la doctora y se giró para encarar al Doctor Marcos. Éste se llevó una sorpresa al ver como su invención dejaba de obedecerlo. Ya se sabe que en el campo de la ciencia, dos más dos nunca son cuatro. La bestia se lanzó impulsivamente  hacia su creador.

- ¿Qué cojones haces bestia inmunda?.... yo te he creadoo!!!!.... yo te he creadoo!!!! - las voces del Doctor retumbaban por toda la sala.

Jose María agarro de la bata blanca e inmaculada del Doctor Marcos, preparándose para aplastarlo contra el suelo. Así que en se momento que le quedaba al Doctor, aprovechó para decir unas últimas palabras.

- Colombus mata a la Doctora Soraya y mata a este traidor!!!!!..... ..... acaba con todos!!!! - 

La voz del Doctor fue ahogada con el impacto de su cabeza contra el frío suelo. Tras el crujido de su cráneo todo quedó paralizado por un segundo. Momento en el que Colombus aprovechó para ir directo a por la Doctora. 
Jose María dejó en el suelo al Dr. Marcos y se interpuso entre Soraya y Colombus. Ella empezó a gatear para ocultarse detrás de las cajas donde estaba Javier.
Las dos bestias empezaron una encarnizada pelea. Era una colosal muestra de fuerza. Los dos se agarraron del cuello. Colombus intentaba morder el cuello de Jose María. En su baile por la supremacía de uno de los dos, iban tirando todo a su paso. Los grandes monitores caían al suelo, rompiéndose en mil pedazos. Los generadores volaban por los aires. 

- Javier tenemos que salir de aquí!!!!! - dijo Soraya con una voz de desesperación, aun recuperando el aliento perdido.

El profesor tumbó a Colombus contra el suelo y empezó a golpearlo con su puño. Los impactos en la cara de la bestia eran descomunales. La sangre saltaba por los aires impregnándolo todo. Colombus rugía desde el suelo e intentaba morder los brazos de Jose María. 
En un momento lanzó una de sus potentes garras que fue a clavarse en el estómago del profesor. Un grito ensordecedor salió de su boca, seguida de un hilo de sangre, que a los pocos segundo se convirtió en un reguero.

Soraya y Javier se encaminaban hacía la salida. Sentían que sus vidas eran tan frágiles como un fragmento de hielo en mitad del desierto. La Doctora echo un último vistazo antes de abandonar la sala. Pero lo que vio la heló el  corazón. Colombus estaba golpeando brutalmente la cabeza de Jose María contra el suelo. El pobre hombre-mutante no había podido ganar esa pelea.
Por lo menos había salvado la vida de la Doctora y de Javier, aunque no se sabe por cuanto tiempo...

viernes, 4 de mayo de 2012

10ª Capítulo.

La mancha roja de la vida se filtraba por debajo de la puerta. En una parte quedaba la esperanza de ser libres, de volver a ver salir el sol, de una nueva sonrisa con amigos y familiares, de quizás un beso de enamorados. Pero en su parte contraria estaba la muerte. Dejando su marca en la puerta. Restregando su huella por el suelo. Y esparciendo su miedo por las paredes. Los restos de Santi dejaban constancia de la brutalidad que se esta viviendo en ese cubículo gigante de cristales y hormigón.

Tomás, Fran y Paula permanecía en el interior de la sala de reuniones. Fran aun tenía apoyada su espalda contra la puerta en un intento de evitar que pudiera entrar algún salvaje carnicero. Sus pantalones estaban manchados con la sangre de Santi, que ya estaba empezando a secarse. De sus ojos aun continuaban asomando tristes lágrimas.

Tomás se aproximó hacía la mesa de reuniones que estaba situada en el centro de la sala. Debajo de ésta, estaba Paula con la cabeza entre las piernas. Su llanto era bajo pero constante, como un riachuelo que desciende de la montaña. El joven se colocó a su lado y la apretó entre sus brazos. Pudo sentir el calor que desprendía su cuerpo. Para él, era una sensación nueva y agradable. Era la primera vez que está tan próximo a una chica. Había tenido algún contacto anterior con el sexo femenino, pero siempre en discotecas. Lugares donde el cariño y la ternura se ocultan tras una máscara de falsas apariencias.

- Paula... ¿estás bien? - 

La joven sacó la cabeza de entre sus piernas y dedicó una cálida mirada a los ojos marrones de Tomás. En ese momento puedo sentir como se helaba su corazón. Un torrente de sensaciones empezó a correr por sus venas.

- Sííí.... eso creo - 
- No te preocupes que todo va a salir bien... ahora tenemos que ser fuertes e intentar salir de aqui - dijo Tomás con una seguridad que ni el mismo se creía. Pero parecía que sus palabras tranquilizaban a Paula.

En el momento en que estaban viviendo un paréntesis a tanta barbarie. Fran les hizo señas para que le miraran. Chasqueó los dedos y cuando Tomás miró, le señaló la ventana que había próxima a la puerta que también daba al pasillo.

- Tomáss.... me ha parecido escuchar un ruido en el pasillo.... creo que viene de aquella zona -
- Joder.... pueden ser esos bichos.... ..... estoy acojonado..... mira lo que le han hecho a Santi - dijo Tomás llevándose las manos a la cara.
- No me lo recuerdes... .... esto no puede estar pasando. Seguramente esa sangre no sea suya.... seguro que ha conseguido escapar ¿no crees? - preguntó Fran con cara de cordero y temblándole la voz.

Tomás agachó la cabeza en señal de respuesta. Él también quería creer lo que acaba de decir su amigo, pero en el fondo sabía que lo más probable era que Santi les hubiera abandonado para siempre.

Bumm Bumm....

Se escucharon dos disparos procedentes de la parte izquierda del pasillo, por donde vinieron corriendo antes de meterse en la Sala de Reuniones.

- Ostiasss....  ¿son disparos, no? - Preguntó Tomás mientras agacha instintivamente la cabeza.
- Agáchate capullooo!!!! - 

Tras escuchar los disparos se oyó como un grupo de personas corría por el pasillo, hacia donde estaban ellos. En su carrera se apreciaron voces, gritos y unos potentes rugidos.

- Esos... esos.... ¿esos no son Carmen y Javier?.... ¿pero vienen hacia aquí? - dijo Fran mientras se aproxima a la puerta para poder escuchar mejor.
- Si tío.... creo que son ellos.... tenemos que avisarles que estamos aquí... - 
- Ni se te ocurra hacer un puto ruido!!! -

Por el pasillo se aproximaron corriendo Soraya, que había podido agacharse en un momento y coger el arma que llevaba Roberto en su mano, antes de ser atacado por Colombus, Javier y Carmen, que cojeaba mientras se agarraba a duras penas al hombro de su novio.
Detrás de ellos avanzaba de manera implacable una auténtica bestia anaranjada. Colombus iba ganando terreno, a la vez que destrozaba todo lo que se encontraba a su paso. No había objeto que aguantara el embiste de sus potentes garras. Eran ya varios los maceteros, papeleras, sillas, e incluso una máquina de bebidas, que habían salido volando de sus lugares de origen para terminar esparcidos por el suelo.

Continuaron a marchas forzadas por el pasillo hasta que empezaron a ver sangre por el suelo. Entre el fluido rojo de la vida aparecieron también partes de un cuerpo. Un brazo tirado en mitad del pasillo les señalaba con un dedo acusador, como si ellos fueran a ser los siguientes.
Al aproximarse más a la altura de la Sala de Reuniones pudieron ver a quien pertenecía.

- Dioss Javierrr!!!!.... es Santiii!!!!! - dijo Carmen pegando un tremendo grito que retumbó por todo el pasillo.
- Joder... joder.... corree cariñooo.... no paress!!!!! - 

Detrás de ellos pudieron escuchar como se aproximaba la muerte. Colombus iba ganando terreno y ya empezaba a agitar sus temibles garras en la dirección de Javier.

Mientras, en el interior de la Sala de Reuniones Fran, Tomás y Paula escuchaban las voces de sus amigos corriendo por el pasillo. Detrás de las gritos de sus compañeros se oían unas grandes pisadas y unos feroces rugidos. Tomás y Paula aun permanecían debajo de la mesa de reuniones, agazapados y cogidos de la mano. Fran en cambio estaba próximo a la puerta, con el oído pegado a ésta para poder escuchar mejor.

En un momento dado, cuando se suponía que acababan de pasar sus amigos corriendo por el pasillo, y después de éstos, debía de pasar esa bestia que ellos aun nunca habían visto. De repente, explotaron en cientos de pedazos la cristalera de la ventana, expulsando todos los cristales hacia el interior de la sala. Y detrás de los cristales apareció Colombus lanzado por los aires. 
La bestia en su frenética carrera, había pisado uno de los brazos de Santi y se había deslizado por el suelo cubierto de sangre, hasta impactar con la cristalera de la Sala de Reuniones precipitándose en su interior.

En su vuelo por la Sala de Reuniones, Colombus había ido a parar encima de la mesa donde se ocultaban Tomás y Paula. Tras un duro golpe del temible animal, la mesa se había partido por la mitad, dejando una parte totalmente paralela al suelo, que es donde estaba Colombus. Y la otra parte había quedado inclinada 45º grados, como una rampa de salto. Paula y Tomás habían tenido suerte de estar debajo de la parte que no había aplastado Colombus con su peso.

- Diosss..... vamonos de aqui!!!!! - gritó Tomás mientras agarra de la mano de Paula.
- Socorroooo!!!! - fue la respuesta de la chica.

Tomás empezó a tirar de Paula pero veía que la chica no seguía la dirección de sus tirones. La pobre joven se había quedado atrapada debajo de la mesa. Al hundirse ésta, la había quedado pillada parte de su pantalón, y ahora estaba prisionera.
Colombus que estaba en la otra parte de la mesa, empezó a mover sus garras en un intento de coger a Paula, que permanecía en la otra parte. Los gritos de la bestia eran ensordecedores. Tomás empezaba a tirar más fuerte de la chica, no se podía creer lo que está pasando.

- Vámonos Tomásss!!!!..... suéltala  y vayámonoss!!!!!! - gritó su amigo Fran con la puerta ya abierta, preparado para salir corriendo.
- ¿Qué haces joder?.... ayúdame a sacarla de aquíiiii - 

Colombus seguía agitando violentamente sus garras. Sus patas estaban atrapadas en una estantería de madera, lo cual no le permitía moverse del sitio donde estaba, sólo podía agitar las garras.
Tomás se retiró un poco para atrás por que las zarpas del enfurecido animal pasan muy cerca de su cara.
La mesa empezaba a ceder. Se escucha el crujir de la madera al romperse por el peso y la violencia que ejercía Colombus. Si la mesa se rompía, está aplastaría por completo a Paula. 

Tomás intentó acercarse a la chica, pero le fue inútil. El movimiento de las garras de Colombus hacían la tarea imposible.

- Fran tienes que ayudarmeee!!!! - 
- No me jodass!!!.... ¿tú estás loco?... - fue la respuesta de Fran.
- ¿Te vienes o no?..... yo me piroo!!!! - dijo Fran mientras asoma la cabeza al pasillo para ver que tenía vía libre.

Dirigió una última mirada a su amigo y le hizo una seña con la cabeza para que le respondiera.

- Yo me quedo.... tengo que ayudar a Paula.... ..... ERES UN HIJO DE PUTAA!!!! - los gritos de Tomás se mezclaban con las lagrimas de la impotencia que estaba viviendo.

Su amigo no se hizo esperar más y se perdió por la puerta. El sonido de su huida fue rápidamente amortiguado por la escandalera que estaba produciendo Colombus, en su alocado intento de atrapar a Paula.
Tomás sabía que era muy arriesgado intentar coger a la joven. Las garras de la bestia pasaban todo el rato por encima y por los laterales de la mesa. Pero ésta, estaba empezando a ceder por el peso del animal. Así que debía de actuar con rapidez.

- Tengo una idea Paula..... cierra los ojoss - dijo Tomás mientras la chica no para de gritar y de tironear de su pantalón para intentar soltarse.

En un momento, en la que ella ya se empezaba a dar por muerta. Tras creer que sus dos amigos acababan de abandonarla. Notó como un humo denso y de color blanco inundaba toda su cara y su pequeña cueva, que se había formado con la mesa puesta en ángulo de 45º. El ambiente rápido se llenó del blanco. Ella pensó que estaba en el cielo, y las nubes blancas estaban cubriendo su cuerpo para proceder a su ascensión. 
Pero no. Tomás había cogido uno de los extintores que estaba en las paredes,y lo había vaciado justo donde estaban Paula y Colombus. Ahora no se podía ver nada y tras producirse un momento de confusión. Éste, se acercó donde estaba la chica y empezó a tirar con todas sus fuerzas de los pantalones de ella. Al otro lado de la mesa,se podía escuchar como Colombus no para de gritar. Estaba desorientado y no sabía donde estaban sus presas, así que batía sus garras en la dirección equivocada.

Justo en el último momento, cuando consiguió liberar a Paula. La mesa cedió con un sonido estruendoroso y golpeó brutalmente en el suelo.
Tomás cogió de la mano a Paula y salieron corriendo de la Sala de Reuniones. Al salir fuera pudieron ver los restos de Santi esparcidos por todo el pasillo. Las marcas de pisadas en la sangre del pobre chico. Estaba todo destrozado. Parecía como si por allí hubiera pasado un huracán sin piedad alguna.

Los dos jóvenes se cogieron de la mano y salieron corriendo por el pasillo, siguiendo las huellas que había en la sangre del suelo. Paula intentaba no mirar. Toda aquella carnicería y aquella locura la estaban produciendo una presión en el pecho, que sentía como si fuera a explotarle.

- Esto es demasiado.... .... creo que me va a dar un ataque .... -
- Paula!!!.. ....mirame!!.... yo voy a sacarte de aquí con vida ¿vale?.... tú sólo confía en mi - dijo Tomás mientras apretaba fuertemente su mano.

Al girar el pasillo a la derecha, se encontraron con un largo corredor en el que parecía estar todo bien colocado. En el fondo del mismo escucharon unas voces que les resultaron familiares.
Por sus estómagos afloró una sensación de felicidad y alegría. Era como un volcán que está a punto de entrar en erupción. La voces eran de sus otros compañeros: Soraya, Javier, Carmen y Fran. Éstos, se habían encontrado en ese mismo pasillo. Fran cuando salió corriendo a toda mecha les había alcanzado. Y ahora charlaban y se abrazaban amistosamente.

- Aquíii... aquíiii...- gritó Tomás a la vez que alzaba sus manos.
- Joder!!! sin son Tomás y Paulaa!!!... están vivosss!!!! - gritaron Javier y Carmen luciendo una de sus mejores sonrisas.

La pareja de jóvenes andaba a paso ligero por el largo corredor. Donde sus amigos les esperaban en la otra parte.

- Tomasitoo!!!! sabía que lo lograríass!!!!..... eres un crack -
- Cállate hijo de putaaa!!!... ¿cómo nos has podido dejar tirados? ... ¿cómo? - la voz de rabia de Tomás enturbiaba por momentos el agradable reencuentro.
- Joder tío.... compréndeme.... tenía miedo... -
- Eres un auténtico cerdo... no quiero que te vuelvas a acercar a mi, ni a Paula, ¿me oyes? -

Fran se separó un poco de Soraya, Javier y Carmen y fue al encuentro de Tomás y Paula. Los dos grupos de personas estaban separados unos 30 metros de amplio y colocado corredor.
Cuando iba a mitad de camino se quedó parado como una estatua. Justo de uno de los baños de caballeros de la parte derecha aparecía atraído por las voces, dos conejos mutantes.
Un sudor frío empezó a caer por la frente de Fran. Tragó saliva e hizo una señal a Tomás para que no siguiera avanzando hacia él.

- ¿Qué cojones haces Fran?... ahora encima con tonterías!!!! - dijó Tomás mientras no hacía caso de las señas de su amigo.

El pobre chico miraba a los dos conejos mutantes que estaban asomados en la puerta del baño. Los cuales no eran visibles aun por los dos grupos de personas. Volvía la cabeza y veía como su amigo Tomás, agarrado de la mano de Paula, se acercaban poco a poco hacía donde estaba él.

Fran se daba cuenta que cuanto más avanzaran sus amigos hacia él, más fácil iba a ser para los conejos mutantes atraparles. Pero en su estado, que tenía un tobillo lesionado, tampoco podría huir de ellos sin ser capturado. Así que lanzo una última mirada a su amigo Tomás.

- Tomás!!!... te quiero mucho tío.... espero que puedas perdonarme por lo de antes - según terminó de decir estas palabras, echo a correr hacía el interior de los baños, donde estaba la muerte esperándole. - CORRERRR!!!!! -


martes, 1 de mayo de 2012

9ª Capítulo.

El silencio de los pasillos había vuelto a sus oídos. El sonido de los objetos al precipitarse contra el suelo, cesado por completo. Los gritos de alguien que está sufriendo una de la peores muertes, silenciados por una mano que tapa una boca. 

Carmen y Javier permanecían agazapados en el suelo del pequeño despacho. Eran unas estatuas de piedra que tienen miedo que al moverse, puedan romperse en mil pedazos.
El despacho tenía una pequeña mesita donde descansaban todo tipo de artilugios de oficina. Un ordenador, folios, bolígrafos, carpetas... 

De los ojos de Carmen empezaron a aflorar unas lagrimas que descendían por sus mejillas. Sus manos temblaban de miedo. Estaba viviendo una de las peores pesadillas que podía imaginar. A su cabeza venían recuerdos de aquella película de terror que vio en casa de sus tíos, en unas vacaciones de verano de hace ya muchos años. Una familia había quedado atrapada en una casa en la cima de una colina, donde unos bichejos inmundos intentaban entrar a toda costa para devorarles sus entrañas. Esa película le había producido horribles pesadillas durante los siguientes meses. Y ahora era ella la que estaba atrapada.

- Parece ser que se han marchado ese bichos - dijo Javier mientras se aproximaba a la puerta.
- Cariño que te pa... .... a ver.... venn, no llores - 

Javier se aproximó a su novia Carmen y la estrechó entre sus brazos. Carmen apretó con fuera a Javier y los dos se fundieron en una única unidad. Era algo que necesitaban más que cualquier otra cosa. El poder sentir que cuentas con alguien, que no estás solo en estos momentos.

- Vengaa.... ya paso.... ahora tenemos que pensar como salir de aquí - las palabras de Javier hacían reducirse por momentos el torrente de lagrimas de Carmen.
- Gracias cariño - dijo la chica entre pequeños sollozos.

Tras terminar con el agradable y reconfortante abrazo, Javier se aproximó lentamente a la puerta. Puso su odio en ella y pudo comprobar que efectivamente, la locura había cesado. Alguien había cambiado el canal de terror, o por lo menos había puesto el mute.
Abrieron la puerta lentamente con la esperanza de no encontrar a ningún extraño animal vagando por lo pasillos. Al ver que no había nadie más, empezaron a salir lentamente. Carmen levaba bien agarrada la mano de su novio que iba delante de ella.

- ¿Por donde tiramos ahora? - preguntó el joven.
- No se Javier.. por esa puerta vinieron esas bestias...- 
- Entonces iremos por este pasillo.... lo malo es el agua del suelo... - dijo Javier mientras miraba a los ojos a su novia.
- ¿¿¿Te crees que me importa ahora un poco de agua???.... tú sácame de aquí!!!! - los gritos de Carmen sonaron como una bocina en el pasillo.

Javier agachó automáticamente la cabeza y empezó a mirar hacía los lados, en un intento de comprobar que ningún horrible animal les había descubierto y venía en su busca.

- Joder cariño.... tienes que calmarte.... si no no podremos salir de aquí con vida - 

Empezaron a andar lentamente por el pasillo. A su paso iban encontrándose todo tipo de objetos tirados por el suelo. Un par de grandes maceteros estaban desparramados, y la tierra oscura hacía una extraña imagen en el suelo blanco. También unas papeleras dejaban su marca y su contenido esparcido por todos lados.

Antes de llegar donde el pasillo giraba a la derecha, pudieron comprobar de donde provenía el agua que bañaba con un fino manto todo el suelo. Un surtidor de agua estaba volcado, y su cisterna presentaba un gran orificio por donde había dejado escapar todo su contenido.
El charco se extendía hasta chocar con las paredes y un par de puertas cerrada. En una de ellas que estaba abierta se podía ver como unas lineas de agua se introducían en el despacho, como si alguien hubiera patinado por ellas hasta su interior.

Javier y Carmen empezaron a caminar por encima del agua. Se escuchaba el sonido del chapoteo de las deportivas de él y los zapatos de su amada. Cuando llevaban pasado medio charco empezaron a escuchar unos ruidos que provenían del despacho donde se internaban los patinazos.
Los dos se quedaron quietos y en el más absoluto silencio. Podían sentir como su ritmo cardíaco aumentaba a gran velocidad. A sus oídos llegaba el latir intenso de sus corazones.

- Dioss Javier.... quiero salir de aquí.... - dijo Carmen en un susurro mientras apretaba con todas sus fuerzas la mano de él.

La actividad en el despacho parecía coger más intensidad. Se escuchaban objetos caer al suelo. Como si unos perros estuvieran jugando alocadamente, y en sus juegos sin control fueran derribando diferentes cosas. Pero no, no eran perros. En la puerta del despacho asomó primero la cabeza de un enorme conejo mutante. Era de un color blanco como la nieve más virgen. Sus ojos eran rojos y estaban mirando directamente a Javier y a Carmen.

- Cariño retrocede muy despacio... y ponte detrás de mi... - la voz de Javier no sonaba muy segura de si misma.

La pareja empezó a caminar lentamente hacia atrás. El conejo mutante empezaba a percatarse de su presunta huida y avanzaba unos pasos en su dirección. Abría la boca y enseñaba sus afilados dientes.
Javier se aproximó a una pared y en una rápida ojeada pudo ver un posible arma. Era el palo que sujetaba una pequeña palmera que estaba decorando el pasillo. Acerco la mano y tiro del palo para arriba. Éste salió sin ningún esfuero, y dejo un agujero negro en la tierra del tiesto.

- Vamos amiguito.... ¿quieres jugar?....- dijo Javier a la vez que mecía el palo entre sus manos. Por su mente pasaban pensamientos muy rápidos. "Joder, que no se me tire, que no se me tire". Y se tiró.

El conejo mutante empezó a correr hacía donde estaban ellos. Sus patas resbalaban en el suelo mojado y no le permitían coger suficiente velocidad. Pero aun así la bestia avanzaba hacía ellos inexorablemente.

- No, no, no.... por dioss, por dioss.... - las súplicas de Carmen no parecían ser escuchadas por ningún Dios ya que el animal se aproximaba peligrosamente.

Cuando el conejo mutante estaba a unos dos metros de distancia, pego un gran salto con su fuertes patas y se lanzó hacia el cuello de Javier. En ese momento colocó la improvisada lanza con la punta hacia su atacante. Por lo que el temible animal fue a clavarse directamente. El palo se le introdujo por su gran boca, que en el preciso instante del salto la llevaba abierta a más no poder.
Cuando se produjo el impacto, con la fuerza del salto, el palo se le escapó a Javier de sus manos, y fue a clavarse en una de las piernas de Carmen. La punta se incrusto unos centímetros en el muslo de la chica que dio un gran grito de dolor, y callo al suelo.

Javier tras escuchar el grito de su novia se imagino lo que acababa de pasar, así que se dio la vuelta inmediatamente y se arrodillo con su amada. Carmen no paraba de llorar del dolor. El palo le había preparado un buen orificio en su pierna derecha, de la que ahora brotaba un buen torrente de sangre.
A su lado, estaba el palo tirado. Con una punta llena de sangre de Carmen y en la otra el conejo mutante empalado hasta el fondo, con los ojos abiertos como platos y la boca en una actitud desafiante, pero ya inofensiva.

- Joder cariñooo.... no te preocupes que todo va a salir bien.... dioss dioss... hay que taponar esa herida.... ya verás como todo sale bien amor mio - las palabras de consolación de Javier temblaban en su boca.

- Miraa... miraaa. miraaaa.... - dijo Carmen mientras señalaba con la mano la puerta abierta del despacho por donde había salido el conejo mutante.

De ella asomaban ahora otros dos de su misma especie. Esta vez eran de color oscuro. Uno era un poco más grande que el otro, pero aun así, su tamaño era más que imponente.
Los dos conejos mutantes miraron a sus victimas y empezaron a salivar. El olor a sangre era como un aroma de la tarta más dulce que te llega a la hora de la merienda. Sus bocas se abrían y cerraban sin parar, estaban saboreando a sus presas. Una de ellas estaba herida por lo que el trabajo se había puesto sumamente fácil.
Las bestias no se hicieron esperar y emprendieron una frenética carrera hacia Carmen y Javier. Éstos, indefensos en el suelo, con Carmen herida de gravedad y sin ningún tipo de arma con la que poder protegerse. Lo único que pudieron hacer fue cerrar los ojos. Cerrarlos, apretar bien los dientes y cogerse de la mano a la espera de una brutal embestida.

En el momento en el que deberían de estar siendo atravesados por unos dientes super afilados, donde su sangre brotaría como una fuente incansable. Lo único que escucharon fueron dos disparos.

Bumm... Bumm.

Los disparos provenían de detrás de ellos. Les habían producido un pequeño tembleque en su cuello y cabeza, pero aun así abrieron poco a poco los ojos.
La escena que pudieron vislumbrar ante ellos, era la de los dos conejos mutantes tumbados en el suelo con una gran mancha de sangre. Uno la tenía en su estómago y el otro en su horrible cabeza.

- ¿Estáis bien? - la voz que escucharon a sus espaldas les hizo girar rápidamente la cabeza y comprobar que tenían detrás a dos personas, eran una mujer de cuerpo esbelto y ojos azules. Y a su lado un chico moreno y bajito que llevaba en sus manos un arma, con la que aun apuntaba a los conejos mutantes. Eran Roberto y Soraya.

Se acercaron apresuradamente hacía los jóvenes y se agacharon para ver su estado. Comprobaron que la herida de Carmen tenía un aspecto un poco feo. Pero tras un improvisado torniquete dejó de sangrar.
Javier ayudó a levantarse a Carmen, que se sujetaba en su hombro.

- Tenemos que intentar salir de aquí.... pero antes tenemos que encontrar a vuestros compañeros.... - dijó Soraya después de haber hecho las presentaciones.
- Faltan cuatro compañeros y nuestro profesor Jose Maria.... ..... dioss..... pero que es todo estoo!!! - la voz del chico empezaba a subir de tono.
- Joder!!! cállate!!!!.... no querrás que vuelvas a venir esos putos conejos, no??.... no se si para la próxima podré salvaros la vida - dijo Roberto con un tono un poco amenazante.

En el momento en que todos estaban mirando a Roberto escuchándole hablar. Vieron como éste empezaba a ascender en el aire. Abría su boca con una 0 perfecta. Y de ella comenzaba a manar un torrente de sangre que descendía por su morena cara, e iba manchando toda su ropa a su paso, como una improvisada cascada humana.
En un rápido movimiento del cuerpo de Roberto, éste salió volando y atravesando una de las ventanas de las oficinas de la parte izquierda. Las cristalera reventó en mil pedazos cuando el cuerpo del peruano colisionó con ella. Y se perdió en su interior.
El muelle propulsor del Doctor Roberto no había sido otro que el potente brazo de Colombus. La bestia se había acercado sigilosamente por la espalda del Dr. mientras éste hablaba con su compañeros. Le había embestido con su potente garra, y lo había lanzado contra la cristalera de una de las oficinas.

Soraya empezó a gritar como una loca. Colombus la miró fijamente a los ojos con la garra llena de sangre de Roberto, y dio un estruendoroso rugido que les produjo un pitido en los oídos.
Javier en un momento agarró de la mano a la Doctora y tiró de ella. Mientras en sus hombros estaba apoyada su novia Carmen.

- Venga!!!! vayámonos de aquiiii!!!!!!! - el grito de Javier hizo reaccionar a Soraya que dejó llevarse por la mano del chico...


jueves, 26 de abril de 2012

8ª Capítulo.

La Dra. Soraya y el Dr. Roberto seguían en la 3ª la tercera planta, concretamente en el propio despacho de Roberto. Las cuerdas hacía tiempo que habían empezado a dejar marca. El dolor y los calambres en las articulaciones de los hombros aumentaba por momentos. La posición de sentado era algo que no se llevaba muy bien durante más de unas pocas horas.
Un ruido fuerte proveniente del techo les hizo volver en si. Se miraron intrigados los dos Doctores.

- Roberto... ¿qué fue eso? - preguntó la Dra. Soraya mientras permanecía agazapada en el suelo.
- Ustedes los españoles están medio locos.... yo que se -
- Tenemos que salir de aquí sea como sea.... ..... necesitamos algo para cortar las cuerdas -
- Soraya!!!... en vuestro bolsillo!!! - dijo emocionado Roberto.
-¿Qué?.... -
- Las tijeras!!!.... las que te metiste cuando subimos al despacho del Dr. Marcos - respondió Roberto haciendo señas con el cuello hacía el bolsillo de Soraya.

Tras caer en la cuenta de lo que le decía su compañero Roberto. Pudo recordar que efectivamente una de las armas que había elegido para ir en la búsqueda del Dr. Marcos eran unas tijeras de metal.
Soraya empezó a arrastrarse por el suelo como una sinuosa serpiente, para colocarse a la altura de Roberto. Éste, de la mejor manera posible, pudo sacar las tijeras del bolsillo de Soraya. La Dra. se giró un poquito para quedar espalda con espalda con su compañero.
La tijera dentelleaba muy próxima a los dedos de Soraya. Ella intentaba arrimar lo más posible las cuerdas de sus muñeras, para evitar que Roberto la produjera algún corte.
Pasados un minuto de tira y afloja. Por fin la Dra. quedó libre de las cuerdas que la mantenían presa.

- Uffff..... que alivio.... dioss como me estaba quedando las muñecas - dijo Soraya mientras se acariciaba sus amoratadas marcas producidas por la cuerda.
- Venga Soraya, suéltame cuanto antes que nos marchemos de aquí -
- Ya voy.... ya voy - dijó Soraya mientras empezaba a desatar las cuerdas de Roberto.

Pasados un minuto, mientras estiraban los brazos y se tocaban las heridas. Soraya se encaminó hacia la puerta. Se paro justo en frente de ésta. Y con un rápido movimiento intento abrirla.

- ¿Qué hacés? ..... ¿estás loca?..... no pretenderás que vayamos a salir de aquí así... con las manos desnudas - dijó Roberto.
- Tienes razón!!!.... - la voz de Soraya sonaba afirmativa.

La Dra. se acerco a la mesa de Roberto, y tras echar un rápido vistazo por el gran desorden que había. Se decidió por un flexo de color rojo que no tenía un aspecto muy resistente.

- Andaa... andaaa... déjame a mi - Roberto se acercó a un lateral de su mesa. Se agachó y empezó a zarandear uno de los cajones. En un principio parecía que el cajón hacía un poco de resistencia. Pero tras ponerse un poco bruto, éste se abrió - a ver que tenemos por aquí..... aquí está - dijo el Doctor mientras levantaba una pistola Colt M1911 de color plata.
- Joder Roberto!!! eres una caja de sorpresas.... ¿y de donde narices has sacado una pistola?  - preguntó un poco impresionada la Dra.
- Es una larga historia.... tú piensa que es un regalo que me hicieron unos amigos cuando vine a España -

Los Doctores se encaminaron hacía la puerta. Se pusieron uno a cada lado agachados y en el más absoluto silencio. En el momento que Soraya iba a abrir la puerta Roberto la paró.

- Chsss!!!... escucha... - dijo el Dr. acercando la oreja a la puerta. Lo que imitó su compañera sin pensarlo dos veces.

En el pasillo se podía escuchar el sonido de unos ligeros arañazos. Éstos se pasaban a la puerta donde los doctores estaban apoyados. Un ronroneo misterioso cruzaba la madera para penetrar en sus oídos. La tensión aumentaba por momentos. Roberto miraba a su compañera a los ojos y le hacía señas con la cabeza.
Levantó la mano con tres dedos hacia arriba. Y con su boca empezó una cuenta atrás.

- .... dos... uno.... ahora!!!! - tras decir ésto, Roberto abrió la puerta rápidamente y salió al pasillo con la pistola en alto - Muere hijo de mil madress!!!! - los gritos de Roberto se escuchaban por todo el pasillo.

Roberto se colocó un metro por delante de la puerta y dirigió la pistola a su derecha que era de donde provinieron los últimos ruidos. Justo cuando iba a disparar, comprobó que a lo que pretendía hacer diana era a un gato de color gris y paso lento.

- Joder!!!!.... es un puto gato!!!-
- Es el gato de Manuela, la cuidadora de animales de la 2ª planta. Pero.... su gato nunca sale de su zona de trabajo... ¿cómo narices habrá llegado hasta aquí? - preguntó Soraya mientras señalaba al gato.

En ese preciso momento se escucho un ruido de unos gruñidos que provenían de uno de los pasillos de la derecha, justo donde se producía un cruce de éstos. Tras escuchar los rabiosos sonidos, apareció a la velocidad de un rayo uno de los conejos mutantes que sin dudarlo un momento, abrió unos 10 centímetros su gran boca, y tras enseñar su sucios y afilados dientes. Se llevo de un bocado al pobre gato que no tuvo tiempo de reaccionar.

Roberto y Soraya se miraron con la cara pálida por lo que acababan de ver. Un jodido conejo de casi 1 metro de altura acababa de zamparse de un bocado al gato de la señorita Manuela. Vieron como el conejo mutante con su presa bien retenida en sus fauces se perdía por el pasillo de la izquierda. En el suelo sólo quedaba un pequeño charco de sangre....


*****


El Dr. Marcos y Jose María llegaron a la entra de su despacho. La puerta estaba cerrada con llave. El Dr. sacó un llavero de su bata y la abrió despacio.
La conversación que habían tenido había sido de lo más emocionante. El Dr. le hacía preguntas a las que Jose María respondía gustosamente. Hablaron de todo tipo de temas relacionados con la Ingeniería Genética, incluso hablaron de la clonación de animales, mutaciones en especies de gran desarrollo, y un tema que a Jose María le pareció un poco macabro: el utilizar a seres humanos para experimentos biotecnológicos.

- Voy a enseñarle una cosa que seguramente le deje con la boca abierta Don Jose María - la sonrisa del Dr. Marcos hacía que se movieran sus gafas al arrugarse su nariz.
- Me tiene usted intrigado Doctor... viendo el énfasis que le pone, voy a pensar que puede tener cualquier bicho raro, jajajaja - las tímidas risas del profesor le hicieron sonreír de nuevo al Doctor.

Tras entrar en el despacho del Dr. Marcos, donde aun estaban tirados por el suelo los cristales que se habían roto al salir volando la máquina de escribir que atacó a Soraya. Ahora en lugar del agujero que había en la habitación del Dr. Marcos, éste, había improvisado con un cartón para taparlo.
Jose María paseo la vista por el despacho mientras pisaba los cristales del suelo. Notaba el crujir de los fragmentos en la planta de sus pies.

- ¿Qué ha pasado aquí? - preguntó Jose María.
-Ya sabe usted, contratiempos que nos pasan a los científicos -
- ¿Está preparado? - preguntó el Dr. Marcos mientras se acercaba a una estantería repleta de libros.

Miró a los ojos a Jose María, y tras volver la vista a la estantería, movió uno de los libros que estaban en el lateral. El libro opuso cierta resistencia, la que finalizó en un sonido seco como el golpe de un metal.
A continuación la estantería se desencajo un poco de la pared, dejando una pequeña abertura que subía en vertical por todo el lateral de la estantería.

- Ehhh!!!... ¿qué demonios está pasando aquí? - preguntó intrigado Jose María.
- Venga hombree... ayúdeme a mover la estantería - le contestó el Dr. mientras se colocaba en uno de los bordes de la estantería.

Jose María a paso lento y con la mirada aun sorprendida, se acerco y se situó justo al lado del Dr. para ayudarle a empujar el armario. Tras un pequeño empujón, éste empezó a deslizarse por un fino raíl. El movimiento de la estantería era suave, cualquiera diría que detrás de allí había una puerta secreta.
El Doctor fue el primero en entrar por la abertura. Ésta tendría 1 metro y medio, aunque posiblemente se pudiera abrir más.

- ¿Está preparado para lo que va a ver?.... una auténtica obra de Ingeniería Genética.... pase, pase - la voz del Doctor sonaba como cuando alguien te está intentando vender un productor. Haciendo énfasis en algunas palabras para remarcarlas y que el cliente se sienta más atraído por ellas.

Jose María atravesó la entrada con ciertas dudas. Es verdad que el Dr. Marcos era un célebre y conocido científico en su especialidad. Pero eso de tener una zona secreta. Lo de estanterías que se mueven al más puro estilo de las películas de terror. No le terminaba de cuadrar al profesor.
Delante de él se encontró una pequeña sala con paredes viejas. Se notaba que no habían sido pintadas en mucho tiempo. Éstas estabas desprovistas de cualquier ventana. Era un ambiente un poco claustrofóbico. Justo en frente de la apertura por la cual acababa de entrar había una mesa con un montón de apuntes y folios distribuidos por ella. Y sobre ella había una serie de monitores, algunos estaban encendidos, aunque la mayoría permanecían apagados.
Lo que más le llamo la atención a Jose María era una pequeña cortina de color marrón que había en una esquina, cerca de los monitores. Está cortina parecía oscilar de vez en cuando, como si una brisa de viendo la hiciera mecerse.

- Señor Jose María le presento a ..... - dijo el Doctor mientras en un rápido movimiento descorría la cortina como cuando se abre el telón en una obra de teatro - ...a Colombus.

La cara de Jose María era toda un cuadro. Su boca se abrió y dejó escapar un soplo de aire. Sus ojos parecía que iban a salirse de sus cuentas oculares. Estaba intentando asimilar lo que su visión estaba mandando a su cerebro en ese momento.
Ante él se mostraba Colombus en todo su esplendor. La bestia estaba parada y con la respiración tranquila. Tenía la mirada perdida, y de su boca goteaba de forma constante una densa baba.

En un rápido movimiento y sin pronunciar la más mínima palabra. Jose María se dio la vuelta y salió corriendo para escapar de esa escena tan macabra.

- Cógelo Colombus!!!! - ordenó el Dr. Marcos.

La bestia pareció salir del coma en una décima de segundo. Giró su cabeza hacía donde estaba Jose María. En sus ojos se pudo ver el reflejo del profesor dándose la vuelta y apunto de salir por la abertura. Y en un rápido movimiento dio dos enormes zancadas y cogió a Jose María por el cuello. Giró su potente brazo y lo volvió a meter en la habitación. "Voy a matarte.... quiero beberme toda tu sangre". Colombus empezaba a salivar a una velocidad impresionante. De repente estiró el brazo que tenía libre. Colocó las garras en posición de ataque y lanzó su mortal arma hacía delante.

- Detente!!!!.... te he dicho que lo atrapes... no te he dicho que lo mates estúpida bestia!!!! - los gritos del Dr. llegaban a los oídos de Colombus y se procesaban como ordenes que debía de cumplir. Por eso justo a 3 centímetros de la cara del profesor se detuvieron las potentes garras.

- Dioss... diosss... - era lo único que decía Jose María.

En el suelo empezó a hacerse un charco. Acababa de mearse encima por el miedo producido. No salía de su asombro. Hace unos minutos estaba manteniendo una de las conversaciones más interesantes de su vida. Y ahora, era preso de una bestia que acaba de intentar matarle.

- No le mates Colombus. Le necesitamos. - ordenó el Dr.

El Doctor se acerco a uno de los cajones que había en la mesa de los monitores. Abrió uno de ellos y sacó su pistola. En un segundo levantó el arma y encañonó a Jose María.

- Suéltalo querido Colombus.... él vendrá conmigo. Tú ya sabes lo que tienes que hacer... -

Tras llegar la orden al cerebro de Colombus, éste, sin pensarlo dos veces aflojó su potente garra y dejó caer al profesor al suelo. Jose María sintió el alivio que producía el volver a tener abierta los conductor respiratorios en su totalidad.

- Ni se te ocurra moverte profesor... o tendré que meterte un balazo en toda la cabeza -
- Pero... pero.... esto no tiene sentido... tiene que ser una broma - la voz de Jose María temblaba al salir de su boca.
- No es ninguna broma.... usted va a venir conmigo que tengo una pequeña sorpresa preparada - dijo el Dr. mientras no paraba de apuntar a Jose María.
- ¿Pero por donde quiere que le siga? -
- Por ahí - respondió el Doctor mientras señalaba con la punta de la pistola una abertura que había en la pared. El hueco había estado tapado por la cortina donde se ocultaba Colombus. Ahora abierta, se podía ver un rectángulo de oscuridad donde nacían unas escaleras que descendían a una zona muerta...